El milagro no llegó sobre el césped del Olímpico de Roma, pero el Villarreal que se fue anoche de la ciudad eterna no fue el Villarreal derrotado y desdibujado de siete días atrás en el Estadio de la Cerámica. Los amarillos llegaron a la capital italiana con un sueño casi imposible, remontar el 0-4 de la ida de los dieciseisavos de final de la Europa League, pero, sobre todo, con un objetivo más factible: cambiar drásticamente la imagen y demostrar en el Olímpico que lo de Vila-real fue tan solo un accidente. El Villarreal quería despedirse de la competición con la cabeza alta. Ese mínimo objetivo sí se cumplió en Italia.

Por desgracia, una victoria de prestigio como la de ayer en Roma, ante uno de los clubs más poderosos del Calcio —actualmente segundo en la Serie A, tras la Juventus—, quedó en anécdota por la enorme pájara de la pasada semana. El Submarino salió al césped del estadio romano dispuesto a limpiar su nombre, primero a base de orgullo, pero también añadiendo buen juego, hasta el punto de borrar del mapa al conjunto de Luciano Spalletti durante la totalidad de los primeros 45 minutos del partido.

UN OJO EN EL MADRID / Fran Escribá salió a competir de tú a tú ante la Roma, pero también pendiente de lo que llega dentro de dos días: la visita del líder de la Liga, el Real Madrid, al Estadio de la Cerámica. Así, el preparador amarillo se decantó por un equipo alternativo que cambiará radicalmente el próximo domingo. De los fijos, solo el capitán, Bruno, se mantuvo en un once susceptible de cambios en el resto de plazas contra el Madrid. La apuesta por futbolistas con hambre de minutos y con ganas de demostrar que merecen más protagonismo en este Villarreal funcionó. Los amarillos se adueñaron del partido desde el principio ante una Roma que también reservó a varios de sus pesos pesados, con una especie de mix entre titulares y suplentes en el que destacó la titularidad de Totti en la plaza del verdugo de la ida, Dzeko.

El Submarino creó peligro prácticamente desde el principio. Roberto Soriano envió un balón al larguero de Alisson como aviso del primer gol, que llegó siete minutos más tarde, en el 14. Santos Borré aprovechó la duda de Vermalen para cazar un balón en el área y batir a Alisson con un remate inapelable al primer palo. El Olímpico enmudeció y posteriormente estalló contra su equipo cuando Rodrigo estuvo a punto de colocar el 0-2 en el marcador, obligando al portero brasileño de la Roma a volar para evitar el tanto. Los silbidos aparecieron ya de forma generalizada en el estadio con otra ocasión amarilla, esta vez de Soriano. Solo la renta del 0-4 de la ida transmitía algo de tranquilidad a los locales, que por momentos vieron aparecer los fantasmas de una posible remontada.

EL PLUS DE SOLDADO / El Submarino notó la reaparición de Soldado, un gladiador ayer contar una defensa romana que no se sintió tan cómoda como en Vila-real. La pelea del valenciano, sin atisbos de la lesión que le dejó fuera del equipo durante algo más de seis meses, es un plus con el que ya puede contar Escribá hasta el final de temporada. Como la velocidad de Denis Cheryshev, que poco a poco va pareciéndose más al de su primera etapa en el Villarreal. Los dos abandonaron el terreno de juego cuando la supervivencia del Villarreal en la Europa League ya era una quimera. Escribá prefirió dosificarles para retos más realistas, como la pelea por plaza europea en la Liga.

Otro de los aspectos positivos que se pudieron extraer de la metamorfosis amarilla en el Olímpico fue el papel de Rodrigo, que cada vez complica más a Escribá la conformación del doble pivote del equipo. Ayer tuvo otro examen saldado con muy buena nota, como en su anterior aparición en Anoeta, donde firmó 45 minutos sobresalientes. El madrileño formó pareja con Bruno —también descansó en la recta final pensando en el Madrid—, con el que salió vencedor de un duro duelo con De Rossi y Paredes, los dos muros de la Roma en el centro del campo italiano.

FALLA LA PUNTERÍA / Por poner un pero al Villarreal de ayer, este estuvo de nuevo en la definición. El Submarino generó mucho y mejor fútbol ofensivo que su rival, pero el punto de mira en el remate de los amarillos evitó que la Roma pudiera sentir más que miedo, pánico, en el cuerpo. La solidez defensiva que presentó el conjunto amarillo en Roma, con Bonera y Álvaro González mandando y demostrando, una vez más, que tienen suficientes argumentos para relevar en cualquier momento a la pareja de centrales titulares del Villarreal, Musacchio y Víctor Ruiz, no tuvo continuidad en el ataque, donde se volvió a evidenciar la candidez que hace que los delanteros del Villarreal sean de los que menos goles aportan al global de su equipo en la Liga española.

¿Qué hubiera pasado si Borré hubiera encontrado los tres palos de Alisson nada más arrancar la segunda parte? Eso ya no lo sabremos, pero seguramente, con todo un periodo por delante los nervios se hubieran podido dejar notar en la Roma. El colombiano inició el carrusel de ocasiones del segundo acto, todas ellas bastante claras como para que el Submarino se hubiera despedido de la competición con un marcador más amplio en el Olímpico. Álvaro (m. 71), Adrián (m. 77) y, de nuevo, Santos Borré, ya al filo del minuto 90, perdonaron ante la portería italiana.

El milagro pasó de largo de la ciudad eterna, pero el Villarreal recupera una autoestima necesaria para centrarse en el único objetivo que le resta esta temporada: estar entre los seis primeros de la Liga española. Ayer, los de Escribá pusieron el epitafio a una Europa League que se empezó a escurrir de las manos a los amarillos con una irregular primera fase que les condenó a la segunda plaza de un grupo más que asequible —junto a Osmanlispor, ya también fuera, Zúrich y Steaua— y a un sorteo complicado en la primera ronda eliminatoria. Esperemos que la próxima campaña el Submarino pueda tener opción de revancha y de seguir buscando su deseada final. Habrá que esperar.