El Villarreal había merecido ganar sus tres partidos anteriores. El fútbol fue injusto con un equipo que hace de jugar bien su modus vivendi principal. Era cuestión de paciencia y de fe. Las victorias tenían que llegar por ley de la gravedad y porque jugando tan bien es casi imposible perder. Los amarillos ofrecieron un partido brillante en ataque, pero también compitiendo y sacrificándose en defensa desde el minuto uno. El Villarreal jugó en Butarque como si de la Cerámica se tratara, mandando siempre en el campo con la dictadura del balón como axioma, pero también presionando y luchando para recuperarlo con intensidad cuando no estaba en su poder.

El primer triunfo era tan importante para sumar puntos en la tabla como para recuperar la confianza y espantar fantasmas de la temporada pasada. Y llegó con una contundencia inusitada. Un 0-3 rotundo y claro, pero sobre todo merecido. Gran partido global, pero nota destacada para un Gerard Moreno colosal en defensa y letal en ataque. Cinco goles en cuatro partidos. Poco más que añadir. El Villarreal ya toma carrerilla. Talento sobra.

Javi Calleja ha confeccionado una plantilla preparada para poder elaborar buen fútbol hasta en un pedregal. En la Biblia de los amarillos se puede leer en varios de sus versículos que pegar un balonazo, no apoyarse en un compañero o no pregonar otra religión que no sea la del fútbol colectivo es pecado mortal. Cazorla pone la letra y los Pau, Albiol, Moi, Iborra, Gerard... entonan la música de carrerilla, sin gorgoritos. Y en un campo de fútbol suena de maravilla. Butarque fue a ver al Leganés en un día lluvioso y gris, y acabó disfrutando con el concierto del Villarreal.

Asenjo de inicio / Calleja le dio una vuelta más a la versatilidad táctica de la que siempre ha presumido por la riqueza y variedad de los jugadores de que dispone. El primer cambio que resaltaba era en la portería, regresando Sergio Asenjo a la titularidad, tras perderla la pasada temporada. Después, el dibujo inicial, que apuntaba a un 4-4-2, pero realmente era una mutación del mismo al 4-1-4-1. Y todavía más, puesto que Iborra actuó como mediocentro defensivo por delante de la zaga y Gerard Moreno escorado a la banda derecha. El de Santa Perpetua de Moguda podría jugar ahora mismo hasta de central. Gerard corre como el que más, defiende, cierra la banda... y marca golazos como el que abrió el marcador en Butarque. Cuatro partidos, cinco goles, nada que ver con el jugador desquiciado y negado cara a puerta de la temporada pasada.

El Villarreal salió apretando al Lega desde arriba y funcionó como un equipo desde el minuto uno. Coordinación entre todas sus líneas tanto en defensa como en ataque. Esfuerzo colectivo al grito de los tres mosqueteros de todos para uno y uno para todos. Y fútbol y fútbol como pócima.

El partido no era fácil para los amarillos, con solo dos puntos en la clasificación y visitando a un rival con cero. Una derrota hubiera despertado todos los fantasmas que atenazaron al Villarreal el año pasado. Ningún jugador amarillo dejó visos de sufrir ese plus de presión añadida. Todo lo contrario, saltaron al campo a jugar y jugar como ellos saben. Con esas premisas solo era cuestión de esperar como enseñaba Newton a que la manzana cayera por el peso de la gravedad.

A golpe de fútbol fueron cayendo las ocasiones y por ley, los goles. Abrió el marcador Gerard, poco después de que Zambo Anguissa dispusiera de una clara oportunidad, con un remate con efecto que se coló como un obús en la puerta de Soriano.

Luego Bacca, en un remate impecable de 9 clásico, estuvo a punto de lograr el segundo, que esperaría 12 minutos en una jugada espectacular del Submarino, que Jonathan Silva se introdujo en propia puerta tras no llegar a un pase de Quintillà desde la línea de fondo ni Bacca ni Cazorla.

SIGUE EL DOMINIO / El Submarino alcanzó el descanso con 0-2. Un marcador bueno, pero no suficiente una vez vistos los antecedentes. Los amarillos regresaron de vestuarios totalmente conscientes de ello y continuaron con un guión similar al de un partido con 0-0. El Leganés cometía error tras error en la entrega y el pase, producto de la asfixiante presión que ejercían sobre la salida de balón los jugadores de Calleja.

El inicio de temporada ha sido tremendamente duro e injusto con los amarillos. Su buen fútbol no tuvo traducción en resultados. Pero cobijarse en la mala suerte, el infortunio o la injusticia suele ser un refugio en el que corres el peligro de mojarte con las primeras lluvias. Este Villarreal peca en muchas ocasiones de demasiada vehemencia y en no tener la frialdad suficiente para resguardarse atrás y no querer avasallar a los rivales. Calleja modificó el dibujo en el minuto 62, sacó a Rubén Peña como interior y pasó a un 4-4-2. No había que tener prisas y era necesario plantear el resto del partido con la idea de que se ganaba 0-2. Defensivamente, el Villarreal rozó la perfección con el tándem Pau-Albiol a un nivel altísimo. Todo ello con el balón, casi siempre, en su poder.

El Leganés apenas inquietó en la segunda parte al Submarino, que fue dejando pasar los minutos con veteranía y haciendo valer una ventaja que no se podía desperdiciar. Pero todavía hubo tiempo para que llegara el 0-3. Gerard Moreno, tocado esta temporada por los hados, anotaba en tiempo de descuento su quinto gol en cuatro partidos. El Villarreal logró su primera victoria. Lo había merecido en los tres partidos anteriores, pero por fin llegó, con contundencia y con una superioridad absoluta. Y los tres goles suponen un respaldo moral impresionante para un grupo al que el fútbol le había dado la espalda por sus merecimientos. Butarque, punto de despegue para un gran Villarreal.