El fútbol es cambiante. Demasiado. Hace cuatro años, Mestalla despedía al Villarreal a gritos de ¡A Segunda, a Segunda!. Anoche, los jugadores amarillos celebraron, a pie de campo, que son de Champions, con una afición valencianista que coreó sus pases a gritos de olé, olé. Objetivo cumplido... por la puerta grande, además.

Las dos últimas jornadas serán tiempo de la basura. La victoria en Mestalla escribe con letras mayúsculas, y con mucha antelación, el nombre del Villarreal en la cuarta plaza y sirve para conseguir el honorífico de campeón de la liga terrenal, puesto que Atlético, Real Madrid y Barcelona disputan una competición a parte. El objetivo se ha cumplido con una rapidez inusual y asegura a los amarillos disputar la previa de la Liga de Campeones, en agosto. Pero esa es la primera baza que se tenía en la mano. Ahora resta, con más tranquilidad, la posibilidad de entrar directamente en la Champions vía Europa League, si se supera al Liverpool... y se gana en la final de Basilea.

La derrota del Celta en San Mamés dejaba la cuarta plaza a solo tres puntos en los tres partidos que quedaban (Valencia, Deportivo y Sporting). El Submarino lo logró en la primera bola de Champions que tuvo a favor. Y lo hizo con una comodidad casi insultante, en uno de los derbi se más descafeinados entre los dos clubs que se disputan la hegemonía autonómica en los últimos 15 años.

UN EQUIPO ‘NUEVO’ // Marcelino dio descanso hasta 10 de los jugadores que fueron titulares ante el Liverpool el jueves, muchos de los cuales llevaban una gran acumulación de partidos. Y no fueron los 11 porque el técnico amarillo no disponía todavía de Baptistao para relevar a Soldado, el único que repitió en Mestalla.

La renovación absoluta del equipo, con la inclusión de dos jugadores con dorsal de filial como Rodri (¡qué partidazo del mediocentro!) y Adrián Marín. Una alineación en el que no estaban Víctor Ruiz, Bruno, Bakambu, Bailly, Mario, Denis Suárez o Jaume Costa. Y no pasó nada. Los 11 que saltaron al terreno de juego, le dieron un baile a un Valencia que, a día de hoy, es un equipo vulgar, sin alma ni personalidad, con algunos futbolistas pasados de peso y forma, pese a la ligera mejoría experimentada con Pako Ayestarán. Pero el problema del Valencia no es coyuntural; se ciñe al método y a una filosofía de club alejado del lugar donde reside, con unos intereses que no parecen ligados a lo que debería ser el fútbol estrictamente. Anoche, el Valencia-Villarreal estuvo alejado de tensión y rivalidad alguna, con una afición che que parece resignada y que espera con impaciencia el final de una temporada mediocre.

El Villarreal fue netamente superior en todo a los locales, jugando con una intensidad inferior a la que es habitual en el conjunto groguet. Casi a medio gas, el Submarino le pudo hacer un roto de consideración a un Valencia, que se halla a la búsqueda de una idea y un estilo. El Submarino puso el fútbol y controló el partido de principio a fin. A medio gas, pero mandando con y sin balón. El Valencia no creó una sola ocasión reseñable de gol.

PARTIDAZO DE RODRI // Rodri, con solo 20 años, cogió galones en un estadio como Mestalla. Al cuarto de hora, un pase de Soldado para Samu García fue resuelto con precisión y calidad por el malagueño, en un tiro colocado que se alojó en la red, lejos del alcance de Diego Alves. Un tiro lejano de Rodri pudo ser el 0-2, que llegó en otro pase en profundidad de Soldado para Adrián, que salió desde su campo y se plantó solo ante el portero para batirle con una pasmosa facilidad.

El Valencia hacía aguas en una defensa lenta, mal ubicada y poco arropada por un centro del campo apático, lento y anárquico. Soldado tuvo el 0-3 en sus botas en el tramo final del primer tiempo.

Marcelino introdujo algún cambio para apuntalar un triunfo que nunca peligró. Bruno, Mario y Víctor Ruiz saltaron en la segunda parte, más casi para un entrenamiento dominical con público pensando en la vuelta de Anfield, que en otra cosa.

ENTREGADOS // El Valencia deambulaba por el campo, siempre más cerca de recibir el tercero que del 1-2. El desconcierto era absoluto. Hasta dos jugadores che llegaron a sacar de banda a la vez. No hubo pelea, porque el Valencia tiró la toalla y se dedicó solo a dejar pasar el tiempo y acabar con una derrota honrosa. Al equipo de Marcelino tampoco le interesó ir a por más y se dedicó a conservar esa renta con la que cumplía plenamente su objetivo. Mestalla acabó coreando con olés al Villarreal. No hubo derbi.

El Villarreal ya puede centrarse en la Europa League. H