El Villarreal solo compitió durante 10 minutos. Un lapso de tiempo al final del partido en el que maquilló una nueva actuación ruinosa en defensa. El Espanyol volvió a poner en evidencia la fragilidad de un equipo que sufre hemorragia tras hemorragia en su estadio, donde solo ha logrado ganar cuatro partidos en las tres competiciones que disputa esta temporada. Errores que siguen constándole goles al Submarino y errores en la definición que en ocasiones parecen impropios de un equipo de Primera. El Villarreal continua sufriendo el mal de las áreas, junto con su falta de consistencia táctica. En los positivo, el debut de Iborra, que demostró en el poco tiempo que estuvo unas formas diferentes.

El 2-2 deja la Copa del Rey abierta, pero, lo más importante, salva la pobre imagen ofrecida en la noche de ayer. Luis García tiene una gran labor por delante. El sábado, ante unm de sus exequipos, el Getafe, espera un partido a vida o muerte para salir de la cola. El descenso es la gran amenaza y para que deje de serlo hay que ser un conjunto estable y que sepa aprovechar la gran calidad que atesoran sus futbolistas. Hay mimbres para mucho más, pero del barro no se sale con traje y corbata. Toca arremangarse. Esa es la clave, recuperar la competitividad. Vicente Iborra, un jugador de sobra conocido por el técnico, es un buen refuerzo para ello.

Al Villarreal le sobra la Copa de Rey en este momento. Es evidente que con el equipo en puestos de descenso el objetivo es centrarse única y exclusivamente en salir de una situación más que preocupante en el ecuador de la Liga, más con la visita del sábado del Getafe. Pero de lo que no anda sobrado el Submarino es de estímulos positivos para recuperar el estado anímico y la tranquilidad.

Luis García compuso una formación titular diametralmente diferente a la que empató y dio la cara en Eibar. Repitió Pedraza, y en una posición distinta a la que jugó en Ipurua. Incluso entró en el once titular Dani Raba, un futbolista que no entra en los planes del entrenador madrileño y al que se le busca acomodo en esta apertura del plazo de fichajes de enero. El Villarreal saltó con un 4-4-2 con un equipo cargado de suplentes, pero todos jugadores de la primera plantilla, y que a principio de temporada prometían ser un buen fondo de armario. Todos ellos se han devaluado a la par que se producía la caída libre en la clasificación, hasta los puestos de descenso a Segunda.

REINA EL DESCONTROL / La imagen del Villarreal en La Cerámica no difirió en nada a la de toda la temporada. Se volvió a ver al equipo siempre vulnerable, poco competitivo, partido totalmente en el centro del campo y embarullado a la hora de atacar. El Espanyol, que también alineó un bloque lleno de no habituales, lo tuvo muy fácil para ponerse por delante en el marcador al cuarto de hora en un error brutal en el pase de Layún, acompañado de una plácida conducción en solitario de Sergi Darder, quien conectó un tiro cruzado que no pudo alcanzar Andrés en su estirada.

El Villarreal reaccionó durante unos minutos y estuvo a punto de igualar el marcador gracias a un remate en plancha de Álvaro que despejó Roberto. Luego, un par de llegadas al área, pero siempre sin que ningún jugador amarillo llegara a tiempo al remate. El centro del campo del Submarino amarillo no ofrecía garantías. Raba, intermitente como es habitual, con Santi Cáseres perdido y Manu Trigueros todavía lejos de su mejor momento de forma. Solo Alfonso Pedraza aseguraba ese punto de intensidad necesario para competir.

EL ESPANYOL PERDONA / Con ese panorama, el Espanyol dispuso de muy buenas ocasiones para finiquitar la eliminatoria, en sendas acciones de Rosales y Darder, quien anoche parecía llevar a la espalda el 10 de Maradona. Por suerte, el Villarreal se marchó al descanso con el 0-1 que mantenía viva la eliminatoria, pero manchada la imagen del equipo, que retrocedía a tiempos anteriores y dejaba atrás la mejoría de los últimos partidos a las órdenes de Luis García. Sin alma y sin actitud es muy complicado ganar partidos y competir.

Si en defensa los amarillos transmitieron sensaciones de equipo roto y sin corazón, en ataque el análisis no era muy diferente. También en la dinámica de los meses anteriores, meter el balón entre los tres palos se convertía en un jeroglífico sin solución. Los centros de Toko Ekambi, Jaume Cosa o Layún nunca encontraban la llegada adecuada de alguien vestido de amarillo. Ni un delantero de raza como Bacca, también contagiado de la corriente viciada que afecta a este Villarreal, porque de otra manera no se entiende como pudo errar una asistencia de Fornals que le dejó solo ante Roberto… y lo de siempre, tiro al muñeco o a las nubes.

Y del posible empate del colombiano, se pasó al 0-2, otra vez con esa sensación de que enfrente tienes a un rival que te deja hacer lo que te da la gana. Álex López pafrecía poner la puntilla a un Villarreal fracturado y sin patrón ni ideología definida. El Espanyol parecía un equipo, el Villarreal un grupo de profesionales que saltan al campo sin saber a qué juegan. Los periquitos volvieron a convertir La Cerámica en un campo en el que cualquiera, sin exponer mucho, puede llevarse fácilemente el triunfo.

En medio del desierto, con tanta sequía de fútbol y orden, apareció un oasis: Alfonso Pedraza. El chaval, muy poco habitual en las alineaciones, le puso un poco de corazón. Un centro medido al segundo palo encontró a Toko Ekambi, otro de los pocos que se salvó del desastre general, y por fin encontró la red, marcando de cabeza el 1-2 en el minuto 85. El gol espoleó el orgullo de los hombres de Luis García, que acorralaron al Espanyol en su área. Con Iborra cogiendo el mando y mostrando que es un centrocampista que le va a dar mucho al Submarino. No solo en músculo, centímetros y carácter, sino también en criterio a la hora de mover el balón. Con Bacca y Toko Ekambi molestando a la zaga perica, los arreones del Villarreal salvaron la hecatombe. Centro de Miguelón —reaparecido tras su accidente de tráfico— al área y Bacca, esta vez, no perdonó, voló en el segundo palo y superó a Roberto.

EL LASTRE DE LA CERÁMICA / El 2-2 era inimaginable 10 minutos antes, pero rescataba del barro a un grupo que sigue enrededado en sus propios errores y debilidades. Incluso, se pudo voltear el partido en el descuento. Diez minutos decentes hicieron olvidar un partido ruinoso de los amarillos. La eliminatoria sigue abierta. La Copa no es una prioridad, pero sí recuperar el gen competitivo, la seriedad táctica, la fiabilidad defensiva y ofrecer la sensación de que se puede ganar un partido. El Villarreal solo ha ganado en la Cerámica al Betis en Liga, Almería en la Copa, y Spartak y Rapid en la Europa League. Los datos no dejan lugar a dudas. Para los rivales, el campo del equipo amarillo es un chollo. A Luis García le queda mucho trabajo por delante. Y el sábado, el Getafe. Una final para despedir la primera vuelta.

JUEVES

10 DE ENERO DEL 2019

46