Anduva hizo mágica la Copa del Rey. Miranda de Ebro revivió el idílico sueño americano de que cualquier ciudadano estadounidense, por humilde que sea su origen, puede llegar a ser presidente del país, pero en versión futbolística. Y una pequeña ciudad burgalesa de apenas 35.000 habitantes con un modesto presupuesto se ha plantado por méritos propios en la semifinales, junto al Granada, a la espera de lo que pase hoy en los otros dos cruces de los cuartos de final en San Mamés y en el Bernabéu.

Victoria justa y ganada a pulso de un modesto club que fue superior a un Villarreal errático y que cometió fallos de bulto, impropios de un equipo plagado de futbolistas internacionales. El 4-2 final pone fin a la aventura copera de un Submarino Amarillo que se había tomado muy en serio esta oportunidad única de pelear por estar en una final por primera vez en su historia.

El Villarreal saltó a Anduva consciente de lo que se jugaba y con un gran respeto al Mirandés, avalado por una trayectoria impecable en el torneo del KO que sufrieron Celta y Sevilla. Javier Calleja alineó un once repleto de jugadores titulares y se la jugó con Sofian Chakla de defensa central formando tándem con el argentino Funes Mori, ante la baja de sus dos titulares —Raúl Albiol y Pau— en el eje de la zaga. Y esa fue la gran cruz de los amarillos en Anduva. La puesta en escena del Villarreal fue buena, con la intensidad y la agresividad que requería el partido, contra un enemigo cuyo argumento principal es la presión sobre el poseedor del balón, el fútbol de contacto y el elevado ritmo de juego que imprime.

CADENA DE ERRORES / El Submarino no se arrugó y utilizó la misma medicina. Pero el gran problema fueron sus propios errores defensivos. El Mirandés tuvo una mina de oro en ellos. Un tremendo fallo del debutante Chakla significó el primer gol del Mirandés que empaquetó el regalo con un tiro cruzado de Matheus que Andrés Fernández no pudo detener. El gol tuvo penalización doble, porque al margen de adelantar a los burgaleses en el marcador, convirtió en un auténtico flan de nervios al central marroquí del Submarino, quien anduvo titubeante desde ese momento y propició que el balón le quemara en cada acción en la que estaba obligado a intervenir. El Villarreal no tenía salida de balón desde atrás y Vicente Iborra prácticamente tuvo que incrustarse como un central más para intentar la transición desde la zona defensiva.

Los jugadores del Mirandes parecían sabuesos que mordían a los amarillos nada más entraban en contacto con el balón. La presión asfixiante de los locales desenchufaba la principal arma del Villarreal: la posesión y el control de la pelota. No era una problema de actitud propia ni tampoco de deméritos, porque la clave estaba en un magnífico Mirandés, que también soñaba con su momento de gloria en la Copa.

El Villarreal no se descompuso y esperó con paciencia su oportunidad. Y le llegó de la manera mas inesperada en un libre directo desde 25 metros, ejecutado magistralmente por Javier Ontiveros, que devolvía la igualdad al marcador. El Mirandés jugaba a mil revoluciones por minuto y se convertía en el dueño de un partido que tenía todos los ingredientes de emoción e intensidad que esta nueva Copa le ha inyectado a un torneo que parecía muerto. Ya en el descuento, el VAR interpretó penalti en unas manos de Quintillà en el área. El codo del lateral zurdo groguet entró en contacto con el esférico y De Burgos Bengoetxea se fue hacia el área amarilla tras consultar la jugada en el monitor. Merquelanz le puso más intriga a la eliminatoria y el Mirandés se marchó al descanso con un 2-1, sin quitarle méritos a su buen juego, puesto en bandeja por un Villarreal errático en la zona defensiva.

A CONTRACORRIENTE / Calleja obró una solución de urgencia en el descanso y sustituyó al debutante Chakla por Rubén Peña, colocando a Mario como central diestro. El Villarreal volvió a recuperar terreno con un claro penalti, también por manos de Odei, que Cazorla materializó en el empate momentáneo. Vuelta a empezar, pero la noche de los horrores de la zaga grogueta deparó un nuevo episodio un minuto después. Jugada de manual en una falta lateral botada al segundo palo, tres jugadores del Mirandés entraron desde atrás con total libertad y Odei volvía a poner por delante a los locales. Nuevo regalo y el 3-2 volvía a poner a los de Javier Calleja por detrás y les obligaba a jugar a remolque de marcador por tercera vez en Anduva.

A pesar de las molestias físicas con las que el último fichaje del Villarreal viajó hacia tierras burgalesas, al técnico amarillo solo le quedaba la baza de Paco Alcácer… y se la jugó para rescatar al Villarreal del KO. El Submarino fue a muerte a por el empate. El Mirandés se encerró en su campo y se defendió con uñas y dientes, con el rugido de Anduva como jugador número 12 y 13. La precipitación y las prisas eran el principal problema de los jugadores amarillos. Más corazón que cabeza en un Submarino que se lanzó a contrarreloj a rectificar sus errores anteriores para mantener vivas las opciones coperas.

LA PUNTILLA LOCAL / Alcácer tuvo la gran ocasión de obrar la remontada y forzar la prórroga, pero empaló mal la pelota. Cuando Anduva celebraba el pase a semifinales, un contragolpe perfectamente ejecutado por los burgaleses dio la puntilla definitiva. Sánchez anotó el 4-2 a puerta vacía. La victoria era tan inapelable como justa. Mirandés y Villarreal mantenían un mismo sueño, pero los locales tuvieron mas fe. Una nueva oportunidad perdida para los amarillos de jugar una final. Miranda de Ebro, una población de 35.000 habitantes, le ha dado magia a esta Copa.