El Villarreal es ahora un muro fuerte pero cuyos cañones necesitan afinarse. Una gran sensación como bloque, pero dejando notar que necesita a sus cracks para ser un equipo que haga daño en ataque. En Oporto se perdió el primer partido de pretemporada, cuestión anecdótica, pero las sensaciones como conjunto siguen siendo muy buenas. Ahora falta afinar el juego de ataque.

Un test de previa de Champions de primer nivel. Tanto Oporto como Villarreal tendrán que afrontar dentro de 11 días sendas eliminatorias para acceder a la Liga de Campeones que enfrentarán, posiblemente, a los rivales más complicados a los que se podrían medir ambos con Roma y Mónaco como contrincantes. El partido de anoche en era la prueba más fiel a la realidad, con un estadio lleno hasta la bandera, que los dos conjuntos podrían afrontar como preparación para ese doble encuentro en el que tanto hay en juego en este inicio de temporada, porque al evidente factor económico que supone jugar la Champions con una repercusión que podría superar los 20 millones de euros en las peores previsiones, tampoco hay que olvidar lo que significa comenzar la campaña con el pie derecho y no con un fuerte traspiés.

Las piezas del puzzle del nuevo Villarreal van encajando a medida que pasan los días. Ayer se colocó la de Sansone, otro fichaje de estatus Champions. Marcelino tendrá una plantilla importante, pero ahora su primer objetivo es formar un equipo competitivo para dejar fuera de la previa al potente Mónaco. Una tarea que tendrá que llevar a cabo con más premuras de las que son aconsejables para un doble partido de tanta importancia y compromiso. Con Cheryshev recuperándose de una lesión, Pato todavía lejano de su mejor momento de forma, Roberto Soriano todavía recién aterrizado y con el rodaje como defensa central de N'Diayé, una posición en la que apenas había jugado durante su carrera, unido a la sanción de Víctor Ruiz, la lesión de Bakambu y la especial situación de Mateo Musacchio que apenas ha trabajado con el equipo por su frustrado traspaso al Milán, el Villarreal ofrece muy buenas perspectivas pero su presente inmediato todavía es una incógnita.

El Villarreal esbozó un once anoche que será muy parecido al que jugará en el Madrigal el próximo 17 de agosto contra el Mónaco, con dos o tres cambios a lo sumo. Formaron en el once Roberto Soriano y Pato, en su debut como amarillos en Oporto. El primero, mostrando que es uno de los comodines de la baraja de Marcelino, y actuando en la izquierda, con el brasileño formando en ataque con Soldado. Ambos, dos de los fichajes estrella de este coqueto Submarino, necesitan más sesiones de trabajo con su nuevo equipo y adaptación a la 'idea marcelinista'. Detalles de calidad, pero es tan pronto para valorarles como aventurado.

Al Villarreal le faltó profundidad y desequilibrio por bandas. En la medular formaron por la periferia dos jugadores con más vocación de jugar por dentro que por fuera. El equipo amarillo tuvo menos la pelota de lo habitual en la primera parte, aunque mantuvo su consistencia como bloque, a la que volvió a faltar magia, desborde y velocidad para sorprender y buscar la espalda de la zaga rival. Pero todo se puede considerar dentro del guión de estas fechas de la temporada, añadiendo que muchos hombres destinados a ser importantes o no están o todavía se hallan en fase de rodaje.

El Oporto tuvo más presencia que el Villarreal pero tampoco hizo gala de hacer daño a los amarillos. Solo un titubeo de N'Diaye, firme toda la noche, permitió que los portugueses se adelantarán merced a una buena acción de Otavio que remató acrobáticamente André Silva.

La polivalencia es una de las cualidades más valoradas por Marcelino. La entrada de Musacchio, que jugaba su primer partido de pretemporada, y Samu Castillejo, sirvió para ver a N'Diayé en la a que se podría considerar como su posición natural pasando al eje de la medular con Bruno, pasando Samu a una banda y Manu Trigueros a la otra. Roberto Soriano formó como segundo punta en lugar de Pato, lejano a su punto óptimo de puesta punto.

El Villarreal continúo mostrando las mismas virtudes que durante los cinco partidos anteriores a Oporto, es decir su fuerte juego defensivo y colectivo, y también los puntos que deben mejorar con la puesta a punto de los jugadores claves del Submarino en su juego ofensivo y la recuperación de Cheryshev o Bakambu. En Oporto, los amarillos apenas pisaron área. Es el único pero para un equipo que apunta más de lo que ahora ofrece.