Lisboa marca un antes y un después. Un Villarreal con los pies en el suelo, más serio y más competitivo. La nueva fórmula de Calleja sigue ajustando ingredientes y se aproxima a la realidad que vive ahora el equipo. El lapsus del Villarreal solo duró anoche ocho minutos, minimizando los fallos casi a cero. Solo sufrió un poco en el último suspiro, un espacio de tiempo en el que la idea que había tejido Calleja se vino un poco abajo con los cambios, no demasiado acertados y que perturbaron el funcionamiento como equipo de un Villarreal serio y compacto. Solo ocho minutos de miedo a perder, pero con una buena imagen que alimenta la esperanza de la reactivación en la LaLiga. Calleja volvió a saborear un triunfo ganado a pulso con el esfuerzo de sus hombres. Un 0-1 que es un estimulo para afrontar el partido ante el Sevilla.

Un Villarreal menos glamuroso, pero más pragmático y trabajado tácticamente. Los ajustes efectuados por Calleja, tras 50 días estudiando a su equipo por televisión, se van mecanizando. En Lisboa alineó un once con matices más defensivos. Un 5-3-2 en despliegue, pero que en el repliegue se asemejaba a un 5-4-1, con los dos carrileros echados atrás. Un juego menos vistoso y volcánico, pero más saludable para los que sufren taquicardia o sus nervios siempre brotan con virulencia cuando el balón llega con facilidad a la portería propia.

El Villarreal saltó libre de miedos, sin cadenas que le ataran a la presión de una clasificación inimaginable y con la cabeza despejada. El subconsciente de los amarillos parecía haberse reseteado. Incluso, Calleja expresaba una madurez como entrenador desconocida hasta entonces. Todos se habían mentalizado de que, para ganar, había que interpretar de memoria principios básicos como solidaridad, humildad, disciplina táctica y concentración total. Y, sobre todo, eficacia como la que demostró Pedraza para marcar al minuto 3.

LO QUE MEJORÓ // Una de las claves del nuevo Villarreal era el fútbol tan invisible como inteligente de Javi Fuego. El asturiano no es un jugador brillante, pero contagia su experiencia y su disciplina es tan virtuosa como la magia de Cazorla, anoche en el banquillo. A su lado, Trigueros y Fornals, menos precipitado y acelerado que en otros encuentros.

Los tres centrales fortificaron el área de Andrés con un muro no visual pero construido a base de coberturas bien tejidas y de una contundencia desconocida. El murciano lo agradeció, convertido en un espectador.

En ataque, Chukwueze y Pedraza eran dos martillos por los extremos; y Bacca se fajaba con los centrales rivales, que tuvieron que recurrir a la reiteración de faltas para frenarle. El Sporting no estaba a gusto y sufría para no recibir el segundo. El ritmo era lento, lo que favorecía a un Villarreal que defendía con el balón y anestesiaba el juego, en busca de una contra o de cualquier resquicio por el que penetrar.

La segunda parte comenzó con las mismas sensaciones. El equipo de Calleja, muy ordenado atrás, juntando líneas y cerrando espacios. El Sporting parecía dormido en el cloroformo que le administraba el Villarreal. Poco fútbol, pero el paso del reloj era el mejor amigo de un Villarreal que explotaba el desequilibrio de Pedraza y la veteranía de Bacca.

Y el encuentro entró en la recta final. Al Villarreal le faltaba ahuyentar otro de sus terrores psicológicos, que no era otro que aguantar un marcado a favor. Era la última asignatura pendiente a superar en Lisboa. El Sporting tuvo sus dos ocasiones más claras en ese tramo. Un remate en el área pequeña que caló con una parada espectacular Andrés y un tiro al poste de André Pinto. El Villarreal había reculado demasiado y había perdido el balón. Las salidas de Raba y Cáseres colaboraron bastante, porque ambos no estuvieron al nivel de trabajo que los que se marcharon.

ROJA A ACUÑA // Por suerte, una entrada a destiempo de Acuña significó su segunda amarilla (minuto 76). La versión del Villarreal con miedo a perder salió a escena mientras los cambios, en lugar de ser un revulsivo, fueron una lastre para los amarillos. Pero, por fin, el Villarreal supo conservar un resultado a favor hasta el final. El 0-1 tiene doble valor. Despeja el camino a los octavos de la Europa League y supone una inyección vitamínica para el decisivo partido del domingo en La Cerámica ante el Sevilla.

El Villarreal continúa mejorando como equipo y ya gana.

VIERNES

15 DE FEBRERO DEL 2019

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