Partidazo. Valencia y Villarreal ofrecieron un derbi autonómico espectacular y vibrante hasta el último suspiro. Solo el árbitro no estuvo a la altura en un partido disputado por ambos equipos al 100%, pero con gran deportividad y que se saldó con 12 amarillas y dos expulsiones.

El Submarino fue más contundente en las dos áreas y demostró un notable crecimiento global como equipo. Supo sufrir y competir ante un gran Valencia y demostró que posee uno de las medulares con más materia gris y talento de LaLiga. El triunfo le coloca de lleno en la lucha por la Champions y fortalece su situación en la zona europea. El equipo de Calleja concluye el año a un gran nivel y deja poso de un conjunto creciente y que todavía puede dar más a medida que recupere lesionados. Un Villarreal que pinta muy bien.

Dos estilos diferentes. Dos maneras distintas de interpretar el fútbol. Y dos entrenadores con personalidad y ambición se medían en Mestalla. Marcelino puso en escena su mejor once con sus señas de identidad intactas. Calleja mantuvo también su ideología ante el equipo revelación de LaLiga en su propio santuario. El entrenador del Villarreal planteó el partido como siempre. Su propuesta de intentar jugar en campo contrario y defender con orden en el propio. Valiente y seguro de su filosofía. Se prometía un partido intenso y caliente. Eso sí, nadie engañó a nadie ni tampoco nadie sorprendió a nadie.

CADA CUAL CON SUS ARMAS // El Valencia explotó las bandas. Fútbol de transición rápida y con intención de colocar el balón en el área, explotando las características de dos gladiadores como Zaza y Rodrigo. El equipo che le puso mucha intensidad y dominó en el primer cuarto de hora.

El Villarreal creó sociedades alrededor del balón en la medular. Si cuatro artistas de brocha fina como Trigueros, Rodri, Fornals o Samu se juntan, las posibilidades son máximas. Buenas combinaciones, precisión y buena salida de la pelota. Ese juego interior que identifica el estilo de un Villarreal que ha vuelto a conseguir un sello, una marca y la fidelidad a una idea que siempre pasa por el balón. Y cada vez con una mejoría notable en el juego defensivo. No es incompatible el talento con el trabajo. Líneas juntas y una presión ordenada e intensa sobre el rival. Sin obviar el plus que otorga el dúo Bacca-Baka.

Cuando la igualdad es tanta, como sucede en una liga tan exigente como la española, el aporte de pluses individuales es el que marca esos pequeños detalles que decantan un partido. El Valencia le puso corazón, intensidad y coraje, pero le faltó ese punto de criterio y precisión diferenciales. Y el Villarreal posee talento y futbolistas diferenciales.

Por ejemplo, Sergio Asenjo, portero top donde los haya. El palentino es un jugador que también resuelve partidos. En la primera parte mostró su categoría en un tiro potentísimo y envenenado de Montoya (minuto 41) y en los inicios de la segunda sacó una mano milagrosa a un tiro de Zaza que parecía el empate.

ASÍ LLEGÓ EL GOL // El Villarreal dominó en las áreas. Tanto la suya, con un Álvaro impresionante, como la rival. El Valencia explotó las bandas, pero su peligro fue más virtual que real. Fornals demostró que piensa rápido y bien cuando interpretó a la carrera de Bacca hacia la portería de Neto y dejó al ariete en una posición inmejorable para marcar… y no titubeó lo más mínimo para adelantar al Submarino. El colombiano demostró que sabe exprimir al máximo esa desmarque al límite del fuera de juego en una acción que habría que descifrar con alta tecnología digital para saber si es legal, pero que con el reglamento en mano ante la duda hay que dar ventaja al atacante. El tanto no varió el guión del juego, pero sí le puso más pimienta.

La segunda parte comenzó con un milagro convertido por Asenjo, salvando el empate a pies de Zaza. Luego fue el larguero quien evitó el empate en un remate impecable de Gabriel. Y después fue Zaza quien adelantó los Reyes para el Villarreal con una autoexpulsión. En solo un minuto vio dos tarjetas amarillas, a cual más innecesaria. Una por protestar y la otra por una entrada durísima y prescindible sobre Bakambu. Quedaba media hora de partido y el Valencia debía afrontarlo con 10 jugadores y un gol en contra. Al Villarreal se le ponía el partido con viento a favor. Una situación a la inversa que la vivida por los amarillos ante el Barcelona.

El Valencia se fue a por todas a por el empate y dejó muchos huecos a su espalda. El Submarino se lanzó a la contra a sentenciar el choque. El último tramo del partido fue apasionante, con dos grandes equipos jugando sin complejos y al 100% de intensidad. Fútbol total de área a área. Sólo Trujillo Suárez no estuvo a la altura del encuentro y de los actores principales del encuentro. Mostró 12 amarillas y en medio de ese festival se cobró a Trigueros como víctima, expulsado en el minuto 83 de forma injusta con Mestalla en pie de guerra por las manos que no vio el colegiado en la primera parte en el área del Villarreal y por la doble amarilla a Zaza, esta merecida.

El Valencia acabó volcado en el área del Submarino en un final de locura con el portero che metido de delantero centro y con Soriano lesionado. Pero los amarillos resistieron y concluyeron el año con un triunfo que le devuelve a la lucha por la Champions. El Villarreal dejó muy buenas sensaciones. Un equipo que juega y sabe también dejarse la piel.