Dicen que a base de golpes se aprende. Pues sí, el Villarreal aprendió de las bofetadas que recibió en San Mamés, Butarque y en el Estadio de la Cerámica contra Sevilla y Barcelona. En los cuatro partidos tuvo opciones de ganar y solo sumó un punto.

El de Balaídos no fue un partido mucho mejor que los anteriores, pero se concluyó, por fin, con el triunfo en un momento en el que se necesitaba tanto para no salir de la zona europea como para no caer en el pesimismo.

Contra el Celta se vio en la tarde de ayer un Villarreal más fuerte defensivamente y que supo conservar el control del encuentro con el marcador favorable. Calleja ha venido insistiendo en equilibrar las prestaciones en defensa y ataque. En conjugar perfectamente ambas se halla la clave del éxito. Y por fin, en Vigo, el Submarino consiguió un balance perfecto ofreciendo siempre la sensación de llevar el encuentro dónde quería. Sí, se sufrió al final para sumar estos tres puntos, pero el rendimiento global se asemeja más a lo que debe ofrecer un equipo que tiene aspiraciones de estar en la zona europea.

CON EL MISMO SISTEMA // Un Villarreal más cosido defensivamente, con menor frescura en ataque, pero conservando su idea de un fútbol diseñado para estar en contacto con la pelota. Calleja repitió la misma fórmula que contra el Barça, a mitad de camino entre la obligación por las circunstancias y el pragmatismo, después de una racha de cuatro partidos sin ganar y los tres últimos saldados con derrota.

En Balaídos solo se contaba con Bacca como delantero por las bajas del sancionado Bakambu y el lesionado Sansone, así que se volvió a echar mano de un sistema con un único punta, pero acompañado por dos variantes ofensivas como Pablo Fornals y Roberto Soriano, que actuaron como mediapuntas por delante de Trigueros, Samu y Rodri. Un 4-5-1 que químicamente era un 4-3-2-1.

El Villarreal se mostró muy sólido atrás, gracias al buen rendimiento defensivo de la pareja de centrales, la fiabilidad de los dos laterales, con la ayuda del trabajo estajanovista de la línea de medios. El partido se asemejó mucho al del domingo anterior ante los azulgrana, pero sin el peligro de Messi y sin la expulsión de ningún jugador amarillo.

MUCHO RESPETO // Equilibrio absoluto que se traducía en menos llegadas a las áreas y pocas ocasiones claras de gol. Por el Celta, un remate de Jozabed, con respuesta de un Asenjo felino volando al poste para desviar el balón que llegaba envuelto en veneno y poco más en la primera media hora. El guardameta palentino volvió a ser ayer fundamental a la hora de dejar su portería a cero. Sin duda gran noticia para el Submarino.

Por parte del Villarreal, un tiro ajustado al poste de Trigueros tras un error defensivo de los gallegos que Rubén Blanco detuvo.

EL DÍA DE PABLO // Solo varió la eficiencia en el balance rematador del Villarreal. Si contra el Barcelona no se acertó en ninguna de las claras ocasiones de que se dispuso, en la visita al Celta se inauguró el marcador en la segunda llegada. Bacca envestido como extremo y asistente le dejó un balón perfecto para que Fornals, que llegaba desde atrás, lo enviara a la red con un perfecto remate de cabeza en plancha.

A 11 minutos del descanso, el equipo de Calleja volvía a estar por delante en el marcador. Las sensaciones con las que se retiró a vestuarios el Villarreal continuaban siendo buenas. Ahora faltaba inyectarle esa dosis de experiencia y la capacidad para conservar los marcadores favorables que no se había logrado ante el Athletic, Leganés y Sevilla.

El Celta le metió una marcha más a la velocidad de su juego y a la intensidad, pero se encontró con un Villarreal más rocoso y que había tomado nota de lo que le había pasado en los últimos partidos. Cuando los amarillos tenían el balón, intentaban congelarlo en sus botas. Si era el Celta quien controlaba la pelota, se tapaban bien los espacios y se juntaban las líneas con un ordenada presión al rival. Balaídos se enfadaba con su equipo que no encontraba el camino. La bisoñez de otros días en el lado del Submarino se había convertido en veteranía y en un oficio sobre el campo que llevaban el partido a un transcurrir de los minutos que favorecía a los amarillos.

BACCA, AMENAZA CONSTANTE // El alarido transcurría en la parcela ancha, lejos de las dos áreas. Solo una genialidad de Bacca tras una contra del Villarreal, estuvo a punto de abrir distancias con el 0-2, pero Rubén Blanco evitó el gol. El colombiano estuvo toda la semana entre algodones, llegando a peligrar su presencia en Vigo por sus molestias musculares, pero finalmente fue de los más destacados frente a los celestes.

El Celta tuvo la suya en un potente disparo de Emre Mor que escupió el poste antes de que tocara Asenjo. Y poco más. El equipo de Unzué no podía superar la tela de araña que tejió Calleja y en la que se enredaron los gallegos constantemente. El Villarreal defendía con uñas y dientes el gol de Fornals con escasos apuros. Una victoria que ponía punto y final a una negativa racha.