Jugar a fútbol a 40 grados resta a este deporte uno de sus condimentos más distintivos: la velocidad. El calor sofocante con el que se disputó ayer el cuarto amistoso de pretemporada en Badajoz, con la disputa del Torneo Ibérico, contra el Sporting de Portugal limitó bastante el dinamismo de un choque que se coció a ritmo lento y que obligó a los jugadores a no realizar esfuerzos extras y a apostar por un fútbol posicional con desplazamientos del balón de pie a pie. Incluso el árbitro paró el encuentro a la media hora de cada una de las dos partes para que los dos equipos se hidrataran convenientemente.

El Villarreal volvió a exhibir mucho músculo defensivo, la fortaleza de su idea de juego, pero también carencias en su fútbol ofensivo, muy condicionado por la ausencias de hombres importantes como Bruno, Cheryshev o Bakambu, y los tres o cuatro futbolistas que tienen que llegar y potenciar el once amarillo.

Pese a todo, las sensaciones son de continuidad respecto al Villarreal de la pasada temporada. Y eso es una base muy fuerte sobre la que seguir creciendo y haciendo más competitivo al equipo.

Marcelino fue ensayando con los mimbres que ahora mismo posee, a la espera de la llegada de Pato y los cuatro jugadores más que aún deben incorporarse al plantel. La novedad fue el debut del lateral zurdo José Ángel, recién aterrizado en Vila-real junto a Andrés, en el once de partida, en el que formó Bonera en sustitución de Víctor Ruiz, quien no podrá jugar en la ida de la previa de la Champions, junto a Alfred N’Diaye en el eje de la zaga.

En la medular destacó la reubicación de Rukavina en el interior derecho, junto a Jonathan dos Santos, con la ausencia de Bruno, que comenzó a entrenar el lunes después de su permiso por la disputa de la Eurocopa, amén de estar a la espera del fichaje de un extremo derecho y la baja del lesionado Cheryshev. En ataque, las molestias de Bakambu, que no viajó, limitaron el ataque a Soldado con el catarí Afif.

POCAS FLORITURAS // El Villarreal llevó el control del partido desde el inicio. Lo hizo con el balón pegado al pie y sin exhibiciones en ataque, porque las transiciones eran lentas y el fútbol de irrupción por velocidad quedaba limitado a los efectos del termómetro, con un temperatura que era muy extrema para la práctica de cualquier deporte, pero más para una tan anaeróbico como el fútbol.

El conjunto portugués, como ocurriera el sábado en Zarautz con la Real, apenas inquietó la portería amarilla. El Submarino, por su parte, volvió a disponer de hasta tres aproximaciones con cierto peligro, con Soldado y Afif como protagonistas. La más clara la tuvo el catarí, quien a puerta vacía mandó el balón fuera.

Lo más destacado tuvo a Mario como referencia por el carril derecho, el único futbolista de los 22 que fue capaz de irrumpir por velocidad por su banda. José Ángel, al que se vio falto de ritmo de partidos en su primera aparición como amarillo, se limitó a taponar correctamente su carril.

Arriba Soldado cayó demasiado a bandas y se le echó de menos en posiciones de remate. Por su parte, N’Diaye continuó dejando buenas sensaciones en el centro de la zaga. Y poco más, como ante la Real fue la continuidad con las señas de identidad propias de este equipo de Marcelino. Lo cual no es poco. El técnico amarillo mantuvo hasta el minuto 66 el armazón del primer equipo para dosificar ante la extrema temperatura a los jugadores del primer equipo que tenía disponibles con un carrusel de cambios de los chicos del filial. Analizar otros aspectos no sería acorde a la realidad de un partido disputado en condiciones anormales.

EL TROFEO, PARA CASA // Destacar por último que la suerte de los penaltis sonrió al Villarreal, que se alzó el Trofeo Ibérico gracias a un acertado Andrés Fernández, que detuvo dos lanzamientos. H