La primera victoria en la Liga se resiste. Anoche, haciendo un análisis exhaustivo de lo que fue el Villarreal-Real Madrid, el punto sumado por los de Calleja no debería tener tintes negativos, como el del estreno de la temporada ante el Granada. El problema es que el Submarino lo tuvo tan cerca que el 2-2 final, el tercero consecutivo entre ambos equipos en el Estadio de la Cerámica, deja un regusto amargo.

Gareth Bale protagonizó la recta final. Evitó el triunfo groguet con un tanto en el minuto 86 antes de acabar expulsado por Gil Manzano, objeto de las iras de la afición amarilla antes, durante y tras el encuentro. El empate final no saca al Villarreal de pobre en este arranque de Liga, pero por lo menos evita llegar al parón en zona de descenso, mirando por el retrovisor a Getafe, Eibar, Espanyol y Leganés. Un consuelo, por pequeño que sea.

El Villarreal no pudo llevar adelante el plan de Calleja de tener un balón que fue del Madrid en la primera parte, aunque en posiciones que no revestían demasiado peligro para la integridad de la portería defendida por Andrés Fernández. El técnico amarillo fue fiel a los planteamientos del anterior compromiso ante el Levante, el 4-4-2 con los mismos protagonistas a excepción de Quintillà, relevo obligado del lesionado Alberto Moreno en la banda izquierda defensiva. Zidane, por su parte, sigue con la probeta en plena temporada. Ayer sorprendió con un 4-4-2 con la titularidad de Jovic acompañando a Benzema y dejó en el banquillo a Modric para dar la batuta de la medular a Kroos y a Casemiro. Pero el principal acierto del técnico francés fue la novedad en el lateral izquierdo, que jugó claramente en contra de los intereses del conjunto amarillo.

Chukwueze quizá esperaba en ese carril a Marcelo para aprovechar su velocidad y coger a contrapié al madridista, dado a descuidar su faceta defensiva; pero el nigeriano se topó con un Mendy contra el que no pudo en velocidad. Ahí perdió el Villarreal una buena baza para sorprender al Madrid, que estuvo más seguro en la retaguardia, al menos en esa zona del terreno de juego.

El choque arrancó de manera inmejorable para el Villarreal. Gerard Moreno anotaba su tercer gol de la temporada para adelantar al Submarino. Del catalán fue todo el mérito. Primero para robarle la cartera a Sergio Ramos, que no quiso jugarse la roja derribando al punta del Submarino; después para combinar con Toko Ekambi, que se estrelló con Courtois, pero ahí estaba para remachar el tanto Gerard... Y el VAR, porque aunque un metro y medio de distancia validaba la posición del camerunés en el pase del goleador tuvo que ser el videoarbitraje el que corrigiera la deficiente vista del asistente del protestado Gil Manzano.

Control, pero sin peligro / Los amarillos no volvieron a llegar con tanto peligro a los dominios de Courtois, pero sí controlaban con cierta comodidad al rival. Y cuando los de Zidane lograban superar el primer muro de contención del Villarreal se daban de bruces con su desacierto. Una falta de Bale que se fue arriba, un remate de Jovic desviado... ni siquiera Casemiro pudo aprovechar una salida en falso de Andrés Fernández. Su cabezazo no encontró portería.

Fueron varias aproximaciones, pero con escaso peligro. Un hecho que beneficiaba al Submarino, que veía como a los blancos les costaba bastante poner en problemas a la zaga amarilla. El choque estaba controlado, pero había que mantener el mismo nivel para seguir con la misma dinámica y no pasar problemas.

Pequeño bajón / Pero a partir de la media hora se dejó notar cierto bajón en los locales. El Madrid ya monopolizaba entonces la posesión —por encima del 60%— y empezaba a agobiar. Solo Gerard dio algo de oxígeno en una acción que sobresaltó a Courtois, pero los de Zidane cada vez estaban más cerca del empate, pues lo estaban buscando bastante más. No lo encontró Benzema, que envió un remate desde fuera del área al palo, pero sí Bale en la prolongación, ya con el Villarreal sin encontrar el modo de poner orden. La jugada de Carvajal —tras una pared con Jovic, que le devolvió el balón de tacón— y gol, a puerta vacía, del galés. Un epílogo al primer periodo con el que ya no contaba el Villarreal ni tampoco sus aficionados.

La segunda mitad comenzó con mala pinta para los intereses amarillos. Andrés evitaba que los de Zidane se pusieran en ventaja con una doble parada ante el alemán Kroos, en lo poco bueno que hizo el madridista anoche. Después, el colegiado del VAR tuvo que sacar la escuadra y el cartabón para invalidar un tanto de Benzema, en fuera de juego por centímetros. Eran momentos en los que al Villarreal le tocaba ponerse el mono de faena, olvidarse un poco de la construcción y sufrir y sufrir, un hábitat en el que el mago Cazorla se fue diluyendo poco a poco. La varita del asturiano la tomó entonces un Zambo Anguissa, el local con las ideas más brillantes y claras en la segunda parte, desde que entró al terreno de juego en sustitución de un apagado Ekambi.

El segundo... y la respuesta / Sin embargo, fue sin su referencia cuando se le presentó el momento de gloria al Submarino. Un rechace en el área blanca lo empalmó Gerard, respondió Courtois, pero Ontiveros volvió a insistir con un centro que encontró a Moi Gómez en boca de gol. Los de Calleja encontraban su premio, quizá sin merecerlo, y se asomaba una primera victoria que solo pudo impedir un Bale que ha dado lo mejor de sí en La Cerámica durante su etapa en la Liga. Aquí debutó, aquí siempre ha sido titular y aquí suele encontrar el gol. El último ayer. El primer triunfo del Villarreal se quedó de nuevo en la orilla. Habrá que esperar a después del parón.