Decía el mítico periodista de Vila-real Juan Bautista Catalán Mínguez, que el Villarreal siempre ganaba en Fira de Santa Caterina, pero ayer ni la recordada frase del periodista de cuna del club groguet pudo cumplirse, porque los amarillos no dieron una de derechas y prácticamente perdieron el partido desde el minuto 16, tras una primera parte en la que el Alavés pasó por encima a los de Escribá.

El Villarreal sigue descosiéndose y deshilachándose en todas las costuras que hacían del equipo amarillo un bloque bien tejido y que sabía siempre a lo que jugaba. Las sensaciones fueron malas, pero mucho peores los hechos. Demasiadas lagunas para centrar solo los focos, de una primera parte horrorosa, en los dos errores de Mateo Musacchio, que pusieron al Alavés 0-2 en el marcador a los 16 minutos de juego. Sería injusto cargar solo contra el central argentino, que no tuvo su día, porque no hubo nada que funcionara como debiera en la mañana de ayer.

Negativo balance de rendimientos individuales, pero todavía más llamativa fue la descomposición como equipo que exhibió el conjunto de Escribá en el primer periodo. Y eso que el técnico puso en liza al que él ha considerado hasta la fecha como el equipo A, con la única novedad de la titularidad de Pato, dentro de un 4-4-2 teórico de pizarra porque sobre el terreno de juego no hubo ni dibujo ni esquema ni idea ni nada que pudiera asemejarse a un equipo con los mimbres y el poderío de este Villarreal. Repitieron seis jugadores del partido de Europa League contra el Zúrich, pero ni el insuficiente descanso se sostiene ayer como excusa. Sobre todo porque el Villarreal jugó casi en punto muerto desde el primer minuto. Líneas separadas, nula intensidad y una alarmante falta de tensión defensiva y de concentración en muchos lances del juego.

FALTÓ VERTICALIDAD // Y un gran problema fue que al Villarreal se le hizo muy ancho el campo y muy corto; es decir, movió mucho el balón en horizontal, siempre lejano de zonas de peligro, y tuvo muy poca profundidad.

La situación de Bruno, demasiado pegado en su ubicación habitual a los dos centrales muchas veces como un defensa más, dibuja fielmente la desintegración táctica del actual Villarreal, igual que las continuas salidas de su zona de Musacchio, lo que provoca demasiados huecos atrás.

El Alavés encontró una y otra vez los numerosos espacios que concedió su rival y le superó en la mayoría de pulsos que se midieron sobre el campo.

El Villarreal, ni presionó ni defendió nunca con la mínima intensidad que se requiere, y al cuarto de hora los vascos ya habían marcado dos goles y estrellado un balón al poste. Deyverson, un constante quebradero de cabeza, puso en evidencia tanto a los centrales como al resto de la zaga. En el juego aéreo, los amarillos naufragaron clamorosamente. En el centro del campo la batalla se perdió desde el inicio.

Con Bruno muy retrasado, y también por debajo de su nivel, y Roberto Soriano totalmente desaparecido, el Submarino ni controlaba el juego ni los tiempos. Las galopadas de Mario por el carril derecho se constituían en el único recurso ofensivo de un Villarreal gris, lento, apático e irreconocible. El lateral de Novelda generó las dos ocasiones más claras para los amarillos: la primera con un remate que desvió Pacheco y la segunda en una prolongación de cabeza que Musacchio falló a puerta vacía.

UNA MARCHA MÁS // Se esperaba una reacción del Villarreal después del descanso, tanto de Escribá como de los jugadores. El técnico sacó a Cheryshev por un desconocido Roberto Soriano.

La idea era darle más velocidad y agresividad al juego. Manu Trigueros intentó conectar al Villarreal al modo fútbol. El talaverano inyectó su inteligencia y criterio, pero le costó mucho encontrar socios para reconstruir un equipo que jugó y atacó más a golpe de impulso que con una idea real de lo que que pretendía hacer. Incluso el Alavés estuvo cerca del 0-3 en un contragolpe en el que Ibai tuvo la puntilla definitiva en sus botas.

Solo a balón parado, en un libre directo muy bien ejecutado por Samu Castillejo, inquietó de verdad el conjunto groguet a Pacheco, quien respondió con una mano mágica para desviar a córner. Poco más en el tramo final del partido. El Alavés replegado en su campo y defendiendo su renta sin demasiados apuros, con un Villarreal que ejercía un dominio artificial y que cedió mentalmente al paso del tiempo. En ningún momento tuvo opciones reales de lograr algo positivo.

MUCHO POR MEJORAR // Escribá tiene que hacer horas extras para recomponer este equipo. Después de un comienzo de temporada positivo con buenos resultados, este primer tercio de temporada se está cerrando con las dudas que generan ya no solo el partido ante el Alavés, sino los partidos frente al Osmanlispor, Athletic o Zúrich. La imagen de los últimos partidos no ha sido nada halagüeña. El miércoles, la Copa, y tal como están las cosas, el Toledo puede complicarte las cosas. Hay mimbres de sobra como para reaccionar, pero se debe comenzar a hacerlo desde ya.