No hay mejor remedio para olvidar las penas que una buena copa de vino. En fútbol el refrán podría cambiar el vino por goles y buen fútbol. El Villarreal ofreció una buena botella de la mejor cosecha de Rioja, servido por el ramillete de buenos futbolistas que tiene este equipo. Emery hizo pocos cambios en el once, como ya había anticipado en la previa. Y, sin embargo, todo cambió radicalmente. El técnico inyectó fútbol y criterio al equipo con Iborra y Trigueros, además de modificar el dibujo táctico. Es evidente que el Alavés no es el Barcelona, pero el Villarreal de anoche tampoco se parecía en nada al equipo previsible y con escaso ritmo competitivo del Camp Nou. La mejoría fue evidente y el Submarino ya se asemejó mucho a un equipo de Unai Emery. El 3-1 final fue corto para las muchas cosas buenas que hizo ante el Alavés. En el haber, la progresión mostrada en el ataque. En el debe, las concesiones en defensa, que motivaron que el conjunto vitoriano dispusiera de tres o cuatro ocasiones claras. No puede permitirse tanto. Sin embargo, el balance fue muy positivo.

Rápida circulación de balón, la movilidad de los jugadores de la segunda línea y una mejor precisión en los metros finales marcaron una mejora en la sintomatología del enfermo Villarreal del Camp Nou ante el Alavés. El técnico introdujo criterio en la medular con la entrada de Iborra y Trigueros, y utilizó al smart delantero Gerard Moreno para buscar el desequilibrio en el poblado sistema defensivo del Alavés con la versatilidad de un jugador que se adapta a cualquier posición y que, incluso, se desenvuelve mejor con libertad de movimientos que fijado en la punta. Gerard no es un ariete que vive única y exclusivamente del gol, que además posee, sino que posee recursos para jugar y hacer lo propio con sus compañeros. Emery diseñó algo parecido a un 1-4-3-2-1 o 1-4-3-3 en despliegue sobre el campo y esa segunda línea de jugadores, por detrás de Alcácer y escoltada por Iborra, como jugador más retrasado, generó un peligro constante alrededor de la meta del visitante Pacheco.

Sorprendió la movilidad de Trigueros, Parejo, Moi y Gerard, intercambiando posiciones y buscando la verticalidad y el pase definitivo a Alcácer, especialista en arrancar al límite entre lo legal y el fuera del juego. El Villarreal tuvo en jaque constante al rival, superado y con un repliegue intensivo en su medio campo. Moi, un puñal por la izquierda, llegó en clara ventaja a la portería alavesa, pero en esta oportunidad su pecado fue la generosidad por no culminar él lo que era un gol cantado y decidir dejárselo a Alcácer, quien llegó tarde. Solo un minuto después, Mario, que se cansó de correr la banda y se colocó nuevamente el traje de SuperMario, le sirvió un balón en boca de gol a Alcácer para que el pistolero de Torrent culminara una bonita acción y adelantara al Villarreal. Una jugada del manual Emery.

Los amarillos desplegaban un fútbol eléctrico y atractivo que desnudaba a la cerrada zaga del Alavés, que apenas pudo desplegarse en ataque. Sin embargo, un balón largo sobre el área de Asenjo sorprendió con un bote extraño al meta, que se tragó el balón en su salida y Edgar marcó a puerta vacía. Solo en fútbol un equipo que no ha contraído ningún mérito podía empatar sin hacer nada.

El Villarreal se recuperó bien del golpe y continuó asediando la portería de Pacheco. Un claro penalti a Mario por parte de Lejeune, tuvo que ser visionado por el VAR para que la pena máxima, demasiado evidente, fuera señalada por el árbitro. Gerard lanzó con su habitual maestría, logró su tercer gol e hizo justicia para que su equipo se marchara con ventaja al descanso.

Fulgurante fue el inicio de la segunda parte. Estupiñán dejó destellos del enorme potencial que posee, pero todavía es mejor lo que se le intuye que lo que ofrece, y eso que es mucho. El ecuatoriano dispuso de una clara ocasión, compartida con Alcácer, pero Pacheco y Lejeune evitaron el gol.

Y ayer Moi asumió el rol de Cazorla. Tiene un talento bestial y una capacidad de trabajo que le convierten en uno de los jugadores básicos del proyeto Emery. El pase a Gerard en la acción del 3-1 es de crack, como un control que había dejado en un acción al alcance de pocos, acabó con el balón en el poste y con el oportunismo de Alcácer marcando el 3-1. Todo parecía resuelto pero con los cambios que introdujo Emery en el tramo final se perdió un tanto el equilibrio.

El Alavés dispuso de dos buenas ocasiones al final del partido, producto de desajustes defensivos. Fue el único punto negro de un Villarreal que mostró su mejor cara. Una pincelada de lo que puede dar de sí este equipo. H