El Villarreal se marchó de la zona de descenso. Dos minutos de inspiración que dejaron en el olvido el resto del partido. El fútbol le devolvió al equipo de Calleja todo lo que le había quitado esta temporada. El banquillo del Submarino saltó de alegría. Roig no pudo ocultar su júbilo en el palco. Y miles y miles de groguets lloraron de emoción. Sí, Sant Pasqual se puso ayer la camiseta amarilla, pero es que él también juega. Hacía falta un golpe de suerte y llegó. Por fin y cuando más falta hacía. Cuando se daba por bueno el empate llegaron los tantos de Rober Pier (en propia puerta) y Chukwueze en el descuento.

Pero no hay que olvidar tampoco el partido serio y disciplinado de los amarillos en defensa. Calleja ha logrado frenar la hemorragia defensiva y el Submarino ha crecido a partir de ella. El 0-2 deja la botella medio llena. Todavía queda mucho camino pero se ha tomado la senda buena.

Javi Calleja organizó una minirevolución en el Ciutat de València. Siete novedades respecto al equipo que brilló con intensidad en Rusia, pero más que las variaciones en el once, lo que cambió fue el Villarreal al completo. Los amarillos se dejaron en San Petersburgo el traje de la Europa League y volvieron a enfundarse el de LaLiga. Sorpresas hubo bastantes pero dos destacaron especialmente sobre las demás: la ausencia de Manu Morlanes y la alineación de Jaume Costa como lateral derecho, con todo el carril.

El Submarino sufrió mucho en defensa y se prodigó poco en ataque. El quid de la cuestión fue que no tuvo el balón y el Levante le puso una velocidad al juego que no benefició en nada a los amarillos. Si ante el Zenit la principal virtud fue marcar el ritmo del partido, en el Ciutat de València todo funcionó como quisieron los granotas.

LOS LOCALES, VERTICALES / El Levante era mucho más práctico y vertical. El Villarreal sufría con los envíos largos a las bandas o a la espalda de Mario, ubicado como central diestro y el hombre más buscado por los jugadores de Paco López. Sin Morlanes, y con Cazorla muy desconectado, el equipo de Calleja no estaba a gusto y no generaba fútbol.

El alto ritmo del Levante se le atragantó a los amarillos. Coke avisó primero con un tiro desde la frontal tras una buena jugada de Morales. El Submarino lo pasaba mal y replegaba velas delante de la portería de Asenjo. Con el viento a favor, los granota marcaron un gol que solo el VAR, rebobinando la cinta, podía anular. Rochina logró un golazo con un tiro desde el borde del área que no pudo detener Asenjo. El árbitro, después de casi cuatro minutos de debate, le salvó la vida al combinado de la Plana Baixa invalidando la jugada por un fuera de juego en la acción anterior al disparo que concluyó en gol. Por escasos centímetros, trazando las líneas, el VAR estimó la posición ilegal de Roger Martí.

Los granota salieron muy tocados de esta acción que dejaba vivo al Submarino y metido en el partido de nuevo. El Villarreal continuó sin tomar el mando.

EQUILIBRIO / El Levante perdió un poco de fuerza en la segunda parte y el Submarino consiguió equilibrar un tanto el dominio agobiante de los azulgrana, aunque la pelota seguía enemistada con los de Calleja. Funes Mori y Víctor Ruiz construyeron un muro sólido sobre el que se fortificó el equipo de Calleja. Faltaba la varita mágica de Santi Cazorla y más malicia en Toko-Ekambi, totalmente desconectado del juego colectivo, y en Gerard Moreno.

Javi Calleja tardó más de 15 minutos en mover ficha. El Villarreal necesitaba cambios. Y llegaron aunque un poco tarde. Samu Chukwueze y Fornals entraron como solución de urgencia para darle más chispa a un equipo que apenas había asustado al ex portero del filial amarillo Aitor Fernández. Con el Levante volcado en el área amarilla, la velocidad del nigeriano se postulaba como clave para armar el contragolpe en un partido que en ese momento apuntaba al cero a cero, pero más próximo a decantarse del bando granota que del amarillo.

El gran problema groguet se basaba en saber interpretar bien el partido. No le interesaba un ritmo rápido y en lugar de congelar el juego para defender y frenar al Levante, se precipitaba en pérdidas rápidas y errores en el pase. Por el contrario, cuando se debía darle velocidad para buscar la contra, no existía claridad para encontrar a Toko-Ekambi o Samu Chukwueze.

ÉXTASIS FINAL / Pero en una tarde de sorpresas, el fútbol le devolvió al Submarino dos minutos de fortuna o de gloria, como se quiera ver. Una temporada caracterizada por los infortunios, ayer le dio la vuelta radicalmente a la tortilla. Cuando peor lo estaba pasando el Villarreal, llegó una contra ejecutada por Miguelón y entre una nube de piernas, Toko-Ekambi intentó anticiparse a Rober Pier, un defensa local que metió la punta de la bota y dejó helado al Ciutat de València.

Los milagros existen y el camerunés protagonizó uno de grandes dimensiones. El 0-1 sacaba a los groguets del descenso. Pero todavía quedaba más. Y Samu, el hombre que le dio la vuelta al partido, marcó un golazo espectacular. Era el 0-2. El fútbol ayer fue maravilloso. Por primera vez esta temporada, los amarillos vieron la cara buena. Los milagros existen y ya le tocaba uno al Villarreal. Sí, se puede.

LUNES

4 DE MARZO DEL 2019

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