La clasificación del grupo del Villarreal en la Europa League tras la disputa de cuatro jornadas es una prueba de que en fútbol, como en cualquier otra faceta de la vida, hay que acometer tu misión al 100%. Si desciendes tu nivel de rendimiento, te encaminas a no cumplir tu objetivo. El equipo de Fran Escribá se juega hoy en el estadio Letzigrund la supervivencia en la competición, cuando su objetivo inicial era meterse en la siguiente ronda de la competición como primero del grupo L. Será la segunda final para Escribá en sus poco más de tres meses al frente del equipo, tras la eliminatoria de entrada en la Champions perdida contra el Mónaco en agosto.

Un partido sin margen de error en Zúrich y en el que una nueva derrota dejaría prácticamente al borde de la eliminación a los amarillos, incluso fuera matemáticamente de la Europa League si el resultado fuera 1-0 o una derrota por dos goles o más en contra y el Osmanlispor no perdiese esta tarde contra el Steaua en Bucarest. Esa es la botella medio vacía, porque lo cierto es que el Villarreal depende de sí mismo y debe hacer valer la gran diferencia de calidad que existe con el conjunto suizo, que actualmente milita en la segunda categoría, la Challenge League, de su país.

TRISTE RECUERDO / Para tomar nota de lo que espera, la derrota de hace dos temporadas en el mismo escenario y ante el mismo equipo por 3-2 con Marcelino en el banquillo. Fran Escribá no efectuará revoluciones en el once de ocho o nueve cambios respecto a la Liga, como en anteriores encuentros de la competición europea. Esta tarde, en Zúrich, jugarán los mejores que el técnico amarillo considere.

La expedición, que tomó el vuelo desde el aeropuerto de Castellón sobre las 12.00 horas, estaba compuesta por 20 jugadores y fuera de ella se quedaron Roberto Soriano, Álvaro González y N’Diaye —puesto que el esloveno Jokic no está inscrito en la Europa League—, al margen de Roberto Soldado, convaleciente de la grave lesión de rodilla que sufrió el pasado verano. Por tanto, uno de los tres porteros que se desplazaron y un jugador de campo no entrarán en la convocatoria final para el partido de 18 nombres.

No se espera ni el relevo habitual en la portería durante la Europa League, con Sergio Asenjo como titular; al palentino le acompañará la defensa de gala al completo, con Mario y Jaume Costa en los laterales y la pareja de centrales formada por Mateo Musacchio y Víctor Ruiz.

CON DOS DELANTEROS / El regreso al 4-4-2, después del 4-3-2-1 utilizado por Fran Escribá en el último compromiso liguero en San Mamés, significará una vuelta al sistema de cabecera del Villarreal en un partido en el que no se podrá especular con el resultado y que se deberá plantear con más vocación ofensiva que el jugado hace cuatro días ante el Athletic. En la línea de medios se podrían producir dos cambios. La entrada de Denis Cheryshev se apunta tan obligada como necesaria para que el Submarino gane en profundidad y desequilibrio, con la duda de si se balanceará defensivamente la medular con Jonathan en la otra banda o el entrenador apostará por Samu Castillejo, con Bruno y Trigueros como lo que se apunta como apuesta segura en el centro. En ataque resta la incógnita de quién será el acompañante de Nicola Sansone: Pato o Bakambu.

Zúrich es una final anticipada para el Villarreal, tanto como inesperada, aunque es también más que probable que todos, tanto en el entorno como incluso dentro del club amarillo, no hayan profesado el respeto que los rivales de este grupo de la Europa League se merecían. Ganar o ganar, ese es el dilema que debe pasar por la mente de los jugadores de Fran Escribá. Sí, los amarillos son mejores pero esta tarde deben demostrarlo en Zúrich.