Cualquier tiempo pasado fue mejor, esa máxima resume bien a las claras la realidad actual que está sufriendo el club vinarocense. Un equipo histórico del fútbol provincial está viviendo sus peores momentos a todos los niveles, deportivo, económico, institucional, social, etc. Una entidad con un pasado en Tercera División, e incluso con una época dorada en Segunda División B, ha dado con sus huesos en Primera Regional, además de la peor manera posible.

El conjunto del Baix Maestrat no fue capaz de ganar ni un solo partido de los 33 encuentros disputados, 33 partidos porque en la antepenúltima jornada no se presentó a su compromiso en Cullera, hecho que le hizo perder los dos puntos conseguidos durante la temporada para concluir con un pírrico -1 punto. Evidentemente, tan nefasta campaña vino motivada por una planificación deportiva marcada por la situación económica y el desgobierno en la entidad langostinera.

Para esta nueva temporada la situación no es mucho más voyante, pues la planificación deportiva se ha hecho con prisas, de hecho, hasta hace poco ni tan siquiera hubo certeza sobre si el equipo de Baix Maestrat saldría a competir. Finalmente lo hará. El técnico para tan complicada papeleta será Miguel Gómez, un experimentado técnico en vestuarios con gente joven, como en los filiales del Almazora y del Acero en Primera Regional y Regional Preferente respectivamente.

La plantilla se ha confeccionado en poco tiempo, prácticamente hecha entre amigos o conocidos que, algunos de ellos, no jugaron en ningún equipo federado el año pasado. Además, el resto del plantel procede del filial vinazorense, un equipo que en el pasado ejercicio se clasificó en la undécima posición en Segunda Regional.

Así las cosas, parece que el equipo blanquiazul, al menos a priori antes del inicio liguero, deberá sufrir para conseguir la permanencia en la categoría, teniendo en cuenta el contexto económico, el único objetivo realista que a día de hoy se puede marcar este Vinaròs 2016/17. H