La historia desdeñará que el Jeonbuk se impuso al Suwon por un gol de Lee Dong-gook en el minuto 83, que Terry Antonis fue expulsado o que el VAR anuló un penalti por mano a los locales en la jornada inaugural de la K-liga surcoreana. Es más probable que consigne el partido como la resurrección del fútbol tras el coronavirus. Los principales campeonatos europeos empiezan a vislumbrar las fechas de sus reanudaciones si las segundas olas no arruinan los planes. Urgía, pues, auscultar la nueva normalidad futbolística en la probeta surcoreana, que igual muestra el camino en el deporte que en unas elecciones parlamentarias.

El nuevo fútbol es extraño, desapasionado e higiénico. Sobre los efectos que causan las gradas vacías se ha escrito mucho pero el contexto actual va mucho más allá. La celebración del gol del cuarentón Lee tras peinar un centro lo resume: sus compañeros se le acercan con timidez, finiquitan el trámite con unas palmadas en la espalda y el delantero agradece en lenguaje de signos los esfuerzos de los sanitarios. No hubo apretones de manos ni al inicio ni al final, tampoco aglomeraciones frente al árbitro tras decisiones controvertidas ni más diálogo del imprescindible. El reglamento poscoronavirus castiga a los que se encaran, hablan a corta distancia, escupen o expulsan mucosidades. Y la admirable pulsión solidaria y disciplinada del país evitó que el árbitro tuviera que recordarlo.

Los presentes has descrito un ambiente más mortecino que el de un partido preparatorio veraniego. Las crónicas hablan de jugadores oxidados, quizá por las dos semanas de entrenamiento tras tres meses varados, por el pánico de escenario ante la inédita atención global o por unas gradas sin más presencia que unos carteles con el mensaje: Nos vemos pronto. Manteneos fuertes. La mascarilla en el banquillo es obligatoria, tanto para jugadores como cuerpo técnico, y las imágenes televisivas mostraron las cámaras térmicas para medir la temperatura a periodistas y la concienzuda desinfección de un operario con traje integral de los vestuarios.

La británica BBC y otras cadenas televisivas de una decena de países habían comprado los derechos de retransmisión de un encuentro que también fue seguido por casi dos millones de internautas a través de Twitter. Podías ver que los jugadores se sentían extraños en un estadio vacío pero ha sido genial que pudiéramos empezar la competición, afirmó José Morais, entrenador local y exsegundo de Mourinho. Para ellos, más que una carga, ha sido una responsabilidad mostrar su mejor juego al mundo, añadió.

El inicio del campeonato ha sido precedido de una detallada planificación. El número de partidos ha sido rebajado de los 38 habituales a los 27 y se contempla una versión exprés de 22 si el país sufre un repunte de contagios. Antes del permiso de las autoridades, la liga pagó más de un millar de tests para jugadores y cuerpo técnico. Todos fueron negativos.

Corea del Sur ha sido ensalzada como un ejemplo en la lucha contra el coronavirus. El testeo masivo, el rastreo de los contagiados y las cuarentenas selectivas han permitido que el país continuara con su actividad cotidiana. El mes pasado, con medio mundo enclaustrado, Corea del Sur celebró unas elecciones parlamentarias que batieron los récords históricos de participación ciudadana.