El músculo de la Vuelta, que se presentó ayer en Málaga y arranca mañana, tiene fibras diferentes a las del Tour de Francia.

Desde hace unos años, la carrera ha vuelto a cautivar al aficionado, con una interesante presencia de seguidores en las llegadas y puertos claves y unas audiencias que se asemejan y hasta algunos días ganan a las del Tour.

La Vuelta se empezó a gustar a sí misma cuando a partir de esta década incorporó pequeños puertos de montaña, que rompían los esprints masivos y que permitían disfrutar desde el primer día de la lucha entre los favoritos, tal como sucederá el domingo, en la segunda etapa, que llega al enclave del Caminito del Rey.

La ronda española fue desde 1995 una carrera a la que acudían, casi siempre de muy mala gana, los corredores que suspendían en el Tour. Pero desde que Carlos Sastre se presentó a la salida de la Vuelta en el 2008, tras llegar de amarillo a la capital francesa, y posteriormente Chris Froome, tras ganar el Tour, todo comenzó a cambiar.

DE SUR A NORTE / La Vuelta comienza mañana una andadura de sur a norte que incluye ocho llegadas en alto y otras nueve metas inéditas. La cursa huye, a diferencia del Tour, de los típicos monumentos ciclistas, como el Tourmalet, que crean glamour pero donde no ocurre nada destacable desde hace unos años.

Y en cada edición apuesta por llegadas asfixiantes, donde los ciclistas se retuercen y los porcentajes superan el 20%, pero donde la pendiente obliga a ir tan lento, a menos de 10 por hora, que resulta imposible abrir diferencias entre los favoritos. En este marco, se encuentran por ejemplo, las llegadas a La Camperona, Les Praeres, o el monte Oiz).

Si se observan los diseños habituales de las tres grandes rondas hasta inicios de esta década, los trazados eran muy parejos, con muchísimo llano, dos puntos fuertes de montaña en la segunda y la tercera semana, un kilometraje abultado en muchos días de aparente calma y unas contrarrelojes muy largas que definían la general mucho más que los días de montaña.

Entonces, llegó la Vuelta, redujo kilómetraje, comenzó la moda de presentar etapas cortísimas y, sobre todo, disminuir el número de contrarrelojes para que fuesen menos decisivas, sabedores de que las audiencias no suelen ser las mejores en estas etapas.

Este año solo hay la crono inicial de Málaga, con 8 kilómetros, y la de Torrelavega con solo 32.

«La Vuelta 2018 va a ser una carrera con la pasión que toca y con la incertidumbre e intensidad necesarias para que se convierta en la prueba más impredecible del calendario mundial», adelanta Javier Guillén, director general.

La prueba se presenta con Alejandro Valverde y otros tres vencedores (Vincenzo Nibali, Fabio Aru y Nairo Quintana), la baja de Froome, con gran parte del pelotón mundial (Richie Porte, Kruijswijk, Peter Sagan, etc.) y con dos castellonenses, Óscar y José Cabedo, que debutan en una gran cita (el primero como corredor y el segundo como director de club).

¿Quién ganará? Tan impredecible acertarlo como adivinar en el mes de junio el triunfo en el Tour del galés Geraint Thomas.