El pelotón de la Vuelta sabe que en esta carrera hay mucha subida y algunas rampas de las que asfixian, donde hay que retorcerse y convertirse más en cabra loca que en corredor para poderla superar. La primera se presenta este lunes, en el llamadoMirador de Ézaro, junto a la Costa da Morte, lo más bello de Galicia, allí donde desemboca en cascada el río que lleva el mismo nombre.

Al pie de Ézaro hay un monolito que recuerda el estreno de la subida en la Vuelta y el nombre con el tiempo empleado por los tres primeros: Purito Rodríguez, Alejandro Valverde y Alberto Contador, en la inolvidable ronda del 2012, la de Fuente Dé y el ataque del corredor madrileño al catalán, ya retirado, en un día grande de ciclismo.

Valverde, 36 años, se quedó el sábado con las ganas de vestirse otra vez de líder, en una Vuelta que ya ganó en el 2009. Los jueces de la carrera se pasaron casi hasta medianoche repasando los tiempos, puesto que el Sky, por centésimas, privó al murciano de su empeño por liderar desde el primer día la carrera con un jersey rojo que -por lo menos es el favorito- puede conseguir este lunes en las durísimas rampas de Ézaro con un desnivel que alcanza el 25%, toda una barbaridad.

Valverde, al igual que Chris Froome (su compañero polaco Michal Kwiatkowski, el ciclista que fue campeón del mundo en Ponferrada, en el 2014, es el nuevo líder), Nairo Quintana y Alberto Contador, se tomaron la segunda etapa con calma porque saben que la fiesta aún no ha comenzado y en una etapa, aparentemente llana, que recorrió parte de la costa de Pontevedra, no era plan de desgastar fuerzas que no venían a cuento.

Todos saben, además, que Froome está en fase de rodaje -siempre aparentemente- y que no pueden conceder ningún obsequio al británico porque si entra en forma en la segunda parte de la competición, a partir del Aubisque, y está entero en la general, entonces pasará a ser el máximo favorito a la victoria final. Lo sabe Contador, quien además debe recuperar 52 segundos, un contratiempo para el madrileño que cuenta, tal como se observó en la contrarreloj inicial, con el conjunto más flojo entre quienes aspiran a llegar de rojo a Madrid.

Pero este domingo no era el día, por más que en Galicia no haya una recta larga ni una zona tranquila sin repechos y por más que el trazado de la segunda etapa fuera algo así como un homenaje a los dos mejores ciclistas de la historia gallega, Óscar Pereiro, ganador del Tour del 2006, y Álvaro Pino, vencedor de la Vuelta de 1986, al pasar por los lugares donde entrenaban cuando eran corredores profesionales.

Fue un día extraño en una Vuelta huérfana de velocistas y donde un esprint se convierte en algo tan extraño como ver a un pulpo (aunque sea gallego) en un garaje y donde acertar al ganador casi es un reto, con todas las estrellas de la velocidad poniéndose en forma para el Mundial lejos de la Vuelta. Ganó el belga Gianni Meersman, en una meta en Baiona, junto a la playa, en la que no faltaron las caídas. Hoy llega Ézaro. ¡Ciclistas, a retorcerse!