Quique Setién recibe a EL PERIÓDICO tras los partidos ante el Nápoles y el Madrid, los más importantes que ha afrontado en los primeros 50 días en el Barcelona. Los resultados negativos (un empate en Italia, y una derrota en el Bernabéu) no han laminado su optimista estado de ánimo.

—¿Pudo conciliar el sueño al regreso de Madrid?

—Claro. Uno ya tiene años para aceptar las frustraciones y varapalos que no solo da el fútbol, sino también la vida. No nos fue bien y quedó una frustración importante, pero al día siguiente debes volver a trabajar y con un buen estado de ánimo. Hay que afrontar las situaciones como llegan y empezar a analizar con mucho más detalle todo lo que pasó para buscar las cosas a mejorar.

—¿Volvió a ver el clásico?

—Sí, en el avión de vuelta para hacerme una composición de lo que había pasado. Nunca tienes la llave de por qué pasan las cosas. Los partidos dan tantas vueltas que no sabes cuál es la más determinante, salvo los goles. El resto son momentos. Has hecho muchas cosas bien y muchas mal.

—Usted parecía tranquilo en el Bernabéu, pero Sarabia sí se altera. ¿Qué piensa de lo sucedido?

—Esta situación me ha afectado mucho. Lo primero en lo que pienso es en el club y en su imagen. Debe ser una impoluta, hay que cuidarla. Es un tema me preocupa mucho. Nos pueden criticar porque haces mal lo cambios, porque planteas mal los partidos... Por lo que sea, pero no por el comportamiento. Es verdad que hay que entender a las personas y los momentos. No todos somos iguales. Eder es un chaval que tiene un gran temperamento, que para muchas cosas nos viene fenomenal, pero debe aprender a controlarse. Está en ello, ya hemos tenido situaciones de estas. Cada vez más esporádicas, pero es algo que no gusta.

—Estas reacciones se ven en todos los banquillos.

—Sí, pero eso no es excusa. Estamos en el banquillo de un club al que representas y el comportamiento tendría que ser intachable. Es verdad que hay un momento aislado en el que te puede pasar cualquier cosa, te vuelves loco y te descerebras, pero esto hay que tratar de controlarlo.

—¿Han hablado?

—Claro que hemos hablado. Es un tema que debemos mejorar nosotros. Ya hemos pedido las disculpas que tenemos que pedir, sobre todo yo, porque es culpa mía; tengo que controlar estas cosas.

—¿Ante quién se ha disculpado? ¿Ante los jugadores? ¿El club?

—A todos. Es un comportamiento que no deberíamos tener. Hay otra manera de decir las cosas. Es un error a evitar. Tampoco nos extendemos más, y no me refiero a que esto haya salido.