No es que no sepa a ciencia cierta si estará o no al frente de la plantilla blanca la próxima temporada, como admitió el sábado antes del partido contra Las Palmas. Es que no sabe si volverá a sentarse en el banquillo blanco después del clásico del 2 de abril. Zinedine Zidane está asustado, angustiado por lo que se le viene encima después de haber comprobado una y otra vez que la Liga de Campeones, el único título al que puede optar a estas alturas y la única garantía de que pueda estar al frente del próximo impulso deFlorentino Pérez, está mucho más lejos de lo que podía suponer, que ya era bastante antes de aceptar el reto de sustituir a Rafa Benítez.

Pocas veces se habrán sacado conclusiones tan negativas de una victoria como la alcanzada el domingo, la tercera consecutiva por cierto en la Liga y la quinta si se suman las obtenidas ante el Roma en la Champions. El técnico blanco, que solo mejora a Rafa Benítez en la claridad y sinceridad con que encara las ruedas de prensa, tuvo la decencia de no escudarse en la permisividad defensiva del cuadro canario y no solo vino a reconocer que el conjunto madridista no progresa lo más mínimo, pese a las ruidosas goleadas con que se adorna de vez en cuando, sino que dejó entrever que está cerca de aceptar con resignación que no tiene la competencia necesaria para encaminar al Madrid hacia la única salida airosa que le queda.

Y lo que es peor, las sospechas de los jugadores, enterrada la euforia inicial que se desató arropada en el buen entendimiento personal con el técnico, son cada vez mayores a la vista de las dificultades del entrenador para contribuir a cambiar el rumbo de los partidos y de decisiones de hacer rotaciones tan inoportunas como las del domingo ante Las Palmas.

DECEPCIÓN

Del "esto lo vamos a sacar nosotros, nosotros todos juntos" con que se despachó tras caer contra el Atlético hace cuatro jornadas, Zidane ha pasado al "si queremos esperar algo de lo que tenemos por delante tenemos que jugar mejor, está clarísimo. Así no vamos a ninguna parte. Jugando como en la segunda parte, no" con que descubrió en la sala de prensa del estadio canario la profunda decepción que le embargaba después de lo visto y el miedo que le abruma al pensar en lo que puede ocurrir en el Camp Nou y en los cuartos de final de la Liga de Campeones, tenga a quien tenga delante.

Zidane, como cualquier seguidor de a pie, se teme lo peor salvo que sobrevengan circunstancias milagrosas como las que cristalizaron en la conquista de la séptima y octava Copas de Europa blancas. También Florentino Pérez tiene motivos para estar asustado, aunque en su caso es probable que sea de los pocos, poquísimos, que no reconocen que el problema del Madrid es estructural, que no existe un verdadero proyecto ni una idea futbolística medianamente clara. No lo hará nunca, por más que el domingo que viene vuelva a ser señalado como el gran responsable del nuevo desaguisado, que se multiplica en proporción directa a los éxitos del Barcelona.

EL SORTEO DEL VIERNES

Keylor Navas, de nuevo salvador además de Ramos y Casemirocon sus goles, coincidió al cien por cien con el análisis de su entrenador. "Sabemos que jugando así va a ser difícil ganar los partidos. Esta vez pudimos hacerlo, pero hay que mejorar muchísimo más... Para lograr título tenemos que jugar de otra manera, no podemos hacerlo como en el segundo tiempo porque nos puede costar los partidos", declaró el portero costarricense pensando sin duda en qué puede deparar el sorteo del viernes. En si hay suerte y caen el Benfica o el Wolfsburgo, porque cualquiera de los otros cinco que queden no parecen muy asequibles en estos momentos.