El 16% del capital industrial de España se encuentra atrapado en compañías que no pueden cerrar debido a su baja liquidez. Este porcentaje se duplicó entre el 2007 y el 2013, según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dado a conocer ayer. Solo Grecia e Italia, con el 28% y el 19%, respectivamente, aventajan a España en peso de las conocidas como empresas zombi.

Estas son entidades deficitarias o insolventes que normalmente estarían abocadas al cierre, pero siguen operando debido a la clemencia de los acreedores. Las empresas zombi suelen llegar a un estado de casi insolvencia cuando, ante la reducción o la ausencia de beneficios, comienzan a endeudarse para pagar a los empleados y proveedores. Esta situación se produce «porque los bajos tipos de interés posibilitan que la banca apueste por la resurrección de empresas», señala OCDE.

El problema de las empresas zombi se acrecentó a nivel mundial, según este organismo, a raíz de la recesión económica y sus efectos son mayores cuando hay «un diseño inapropiado de los regímenes de insolvencia».

En el caso español, la OCDE pone el acento sobre el coste que asumen los emprendedores que fracasan, una variable que, de reducirse, podría rebajar hasta en un 10% el capital atrapado.

El informe señala a España como el segundo país con más margen de mejora en este sentido, aunque también indica que una relajación en las barreras impuestas a la reestructuración empresarial agravaría la situación.

El incremento de los recursos destinados a empresas zombi es proporcional al descenso en la productividad de las demás, una tendencia que existe desde el 2003, y que se agravó con la crisis. La solución pasaría por el ajuste de las estructuras de las plantillas de trabajadores, y especialmente de las directivas, a las necesidades del mercado, además de diversificar sus fuentes de financiación para no depender solo de los bancos.