Promover la igualdad entre hombres y mujeres en el mundo empresarial no es solo una cuestión moral, sino también de eficiencia económica. En este sentido, un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) aporta nuevos argumentos a este respecto, sustentados en datos recogidos en 12.940 entrevistas en 70 países de todo el mundo. El 60% de las compañías que promueven la igualdad internamente afirman haber aumentado sus beneficios en el último año. El volumen extra que representa ese beneficio varía según las empresas, pues el 74% de las que comunicaron estar implementando políticas de igualdad afirmaron que sus beneficios aumentaron entre el 5% y el 20%.

Una práctica feminista dentro de las empresas no solo es sinónimo de beneficios para algunos de aquellos que la implementan, sino que el informe de la OIT señala que es una ventaja comparativa respecto a las que no. Según cálculos de la entidad, las empresas con una política de igualdad de oportunidades en el empleo tienen el 26% más de probabilidades de tener mejores resultados comerciales que aquellas que no la practican. Para la OIT generar una cultura inclusiva de género es un elemento clave para el desarrollo eficiente de las economías modernas; entendido ese entorno inclusivo como aquel en el que al menos el 30% de los directivos en las empresas son mujeres. Ello tiene también un efecto directo sobre los resultados, pues las probabilidades de que una compañía mejore su rendimiento comercial si practica esa cultura inclusiva son del 8,9%.

No obstante, ese umbral del 30% es una asignatura pendiente en pleno siglo XXI para muchas de las economías del mundo. Según el informe de la OIT, menos de la mitad de las empresas encuestadas comunicaron que las mujeres ocupaban menos del 30% de los puestos del personal directivo de nivel básico. España se sitúa justo en esa frontera del 30%, pese a que el siglo XXI está siendo un martillo para muchas mujeres, que consiguen romper el techo de cristal y acceder a los órganos de dirección.