El régimen saudí tiene razones para sonreír. Este miércoles, la joya de la corona, el gigante petrolero Aramco, se ha estrenado en la Bolsa con una importante subida del 10%, que cifra su valor actual en hasta 1,7 billones de euros (1,9 billones de dólares), el máximo permitido.

Con esta histórica salida al parqué, la todopoderosa empresa pública de Riad ya no es solamente la que más beneficios obtiene en todo el mundo, sino también la que tiene una mayor capitalización bursátil. Microsoft, la empresa más poderosa de Wall Street, cerró el martes con un valor de 1,15 billones de dólares. Y eso que la parte de Aramco que ha salido a la Bolsa es mínima.

Casi cuatro años después de que la monarquía saudí anunciase sus intenciones, este miércoles ha puesto en circulación un 1,5% de su capital. Si a primera hora de la mañana esa parte de la compañía se valoraba en 26.000 millones de dólares, mientras que tras el toque de la campana se ha disparado hasta los 28.000 millones. Es un gran día para Arabia Saudí, se ha felicitado el titular de Energía, Abdulaziz bin Salmán, en declaraciones a Reuters.

GIRO DE LA ECONOMÍA SAUDÍ

El éxito logrado este miércoles es el resultado de un largo proceso de la petromonarquía, que desde hace años preparaba la salida de Aramco a la Bolsa y que en los últimos días ha animado a las familias cercanas al régimen a adquirir acciones de la compañía pública a cambio de incentivos y regalos.

El debut de Aramco llega después de que Arabia Saudí, apoyada por Rusia, haya llevado a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) a recortar la producción a 500.000 barriles de crudo diarios. Con la salida a Bolsa de Aramco, el régimen pretende captar la financiación necesaria para impulsar un giro de su economía para que en los próximos años dependa menos del mercado de petróleo