Por primera vez en unas elecciones generales las dos principales formaciones políticas van a enfrentar propuestas para bajar impuestos (PP) frente a otras para subirlos (PSOE). Ambas formaciones dicen perseguir el mismo objetivo (aumentar la recaudación y fortalecer el estado de bienestar) aunque por caminos opuestos.

El PSOE mantiene las propuestas de subidas fiscales del proyecto de Presupuestos con el fin de recaudar unos 5.650 millones adicionales con los que atender nuevas políticas de gasto social.

El PP propone una rebaja fiscal de 12.000 millones de euros y su líder, Pablo Casado, defiende que su "revolución fiscal" permitirá aumentar la actividad económica y de paso, la recaudación. Sin duda, el escenario que plantea el PP es el más atractivo (bajar impuestos y recaudar más), pero no se percibe como fiable por gran parte de los expertos.

La experiencia de los últimos veinte años de la economía española tiene ejemplos para todos los gustos. A veces se bajaron impuestos y se recaudó más (era Aznar); otras veces se redujeron los tributos y se hundió la recaudación (con Rodríguez Zapatero y en la última etapa de Mariano Rajoy). En lo que no cabe duda es en que siempre que se subieron las tasas aumentaron los ingresos. Y la duda es si la propuesta liberal de Casado, de llevarse a efecto, podría lograr elevar la recaudación o si, por el contrario, la hundiría obligando después a un recorte drástico de las políticas sociales públicas.

Lo cierto es que la actual debilidad de los salarios cuestiona la potencia recaudatoria del impuesto sobre la renta en un contexto de rebaja de tipos, tal como demuestra la experiencia de los últimos veinte años. "El ahondamiento de las desigualdades salariales ha provocado una contracción de la clase media", que es donde reside la mayor capacidad recaudatoria del impuesto sobre la renta. "Por su parte, los grupos más más acomodados se benefician de esos recortes sin que necesariamente incremente su gasto en consumo o en inversión empresarial", argumenta el director de Coyuntura y Economía de Funcas, Raymond Torres.

LA 'CURVA DE LAFFER'

Casado y su gurú económico, Daniel Lacalle, (número 4 en la lista del PP por Madrid para el Congreso de los diputados) argumentan que la rebaja fiscal que plantean servirá para estimular la inversión, el empleo y el consumo y que, como resultado de todo ello, aumentará la recaudación en todos los años de la legislatura, desde el 2019 hasta el 2023, como sucedió en la etapa de Aznar.

Detrás de esta afirmación está la filosofía de la denominada curva de Laffer (en alusión al economista norteamericano Arthur B. Laffer) que inspiró las rebajas fiscales de los años 80 en los EEUU de la era Reagan. Según estas teorías, se puede recaudar lo mismo, o incluso más, con tipos impositivos más bajos y, en sentido contrario -siempre según Laffer-, puede suceder que una subida de tipos por encima de un determinado límite provoque pérdida de actvidad económica, mayor nivel de fraude y, en consecuencia, menor nivel de recaudación.

No es fácil encontrar en España hacendistas reputados que defiendan estos postulados, pero los hay. José Félix Sanz, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid es uno de ellos. En un estudio publicado por Funcas en abril del 2014 referido al IRPF del 2011 determinó que casi la mitad de los contribuyentes españoles (el 48%) se encontraban en el lado prohibido de la curva de Laffer (ese donde una subida de impuestos se traduce en pérdidas de recaudación) y abogó por un impuesto más bajo y sencillo para recaudar más. Su diseño del impuesto cuyos rasgos generales ya habían aparecido en un informe previo de la fundación FAES, del PP, avalado por Aznar incluye una base imponible más amplia, con escasas deducciones, con un mínimo exento amplio de carácter familiar y descendente en función de la renta y dos únicos tipos impositivos, del 25% y el 35% (este, a partir de 60.000 euros de base).

MÁS INGRESOS PARA EL ESTADO DE BIENESTAR

Las teorías de Laffer, sin embargo, son denostadas por gran parte de los hacendistas españoles. Le damos bastante poca relevancia, apunta Jorge Onrubia, doctor en Economía y profesor en la Universidad Complutense. Eso de que voy a bajar tipos y mañana voy a multiplicar la recaudación como si fueran los panes y los peces, obviamente no me lo creo.

Desde su punto de vista, cuando las rebajas de impuestos se han visto sucedidas de mayor recaudación (como en la era Aznar) es porque se han visto acompañadas de una reforma más amplia de todo el modelo tributario y de un contexto macroeconómico favorable, con subidas salariales notables. Y aún así, en ese contexto tal vez se pueda recaudar aun más sin bajar impuestos. Onrubia censura la carrera de rebajas de impuestos como reclamo electoral y también la de subir impuestos sin ton ni son. Desde su punto de vista, pretender estar en un club de países con un nivel desarrollado de estado de bienestar y una cobertura amplia de la población es incompatible con niveles bajos de presión fiscal y, en todo caso, menores de los actuales.

Este no es el momento para una reducción generalizada de impuestos comparte Raymond Torres. En primer lugar porque hace falta una política fiscal prudente, que reduzca los desequilibrios presupuestarios y a la vez abra un espacio para financiar inversiones indispensables para el futuro del país, apunta. Además, señala que el nivel global de recaudación en España es moderado: Los ingresos totales de las administraciones públicas en proporción del PIB se sitúan 7,5 puntos por debajo de la media de la zona euro, además de ser inferior a lo que se recaudaba antes de la crisis y los recortes fiscales realizados en años recientes no se han traducido en una mayor recaudación.

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