El Banco de España dejó de considerar el conflicto catalán como un riesgo para la economía española el pasado marzo, después de un año y medio advirtiendo de que suponía una amenaza para el crecimiento. Los últimos acontecimientos tras la sentencia del Tribunal Supremo, sin embargo, le han llevado a cambiar de opinión. "No se ha podido formar un nuevo Gobierno tras las últimas elecciones por lo que se han convocado unas nuevas para el 10 de noviembre, prolongando la incertidumbre sobre la evolución de la política económica, a lo que se añade el impacto de los últimos desarrollos en Cataluña", ha advertido la institución este jueves.

En su informe semestral sobre la estabilidad financiera del país, el organismo presidido por Pablo Hernández de Cos sostiene que estos dos factores -la incertidumbre política que viene señalando desde hace tiempo y el renacido riesgo catalán- pueden "afectar" a la evolución del PIB. Y ello en un momento particularmente malo porque, según señala en el documento, el conjunto de riesgos para la estabilidad del sistema financiero español, y por tanto para la economía, han aumentado en los últimos seis meses.

El documento destaca que la economía mundial está dando síntomas de una "sustancial debilidad" y las previsiones apuntan a que registrará este año el crecimiento más bajo desde la Gran Recesión. Ello se ve agravado por el "elevado nivel de incertidumbre geopolítica global", con focos como la pugna entre Estados Unidos y China, el 'brexit' (que de producirse sin acuerdo restaría 0,7 puntos al crecimiento español en cinco años) y las tensiones en Oriente Medio. Estos riesgos, señala el Banco de España, no se han trasladado a los mercados financieros gracias a las medidas de los bancos centrales, pero ello podría cambiar si la situación se sigue deteriorando.

Riesgos al alza

El supervisor destaca que en los próximos meses podrían subir las primas de riesgo, reduciendo el valor de los activos y provocando pérdidas a los bancos. Además, podría producirse una reducción de los ingresos de los hogares (por la menor creación de empleo y la moderación en los salarios), así como una caída de los beneficios empresariales, lo que haría que la inversión y el consumo se resintieran y que pudiese aumentar la morosidad (los impagos brutos, de hecho, han empezado a crecer ya).

De producirse este escenario, la solvencia de los bancos podría verse perjudicada en un momento delicado. El Banco de España ha realizado un test de estrés al sector y, de forma conjunta, este tiene una "capacidad de resistencia adecuada". Sin embargo, advierte de que las "entidades no deben relajarse en sus esfuerzos para elevar su nivel de solvencia", ya que existe "cierta heterogeneidad entre las entidades" y, en general, presentan niveles de capital por debajo de la media europea.

Vigilancia

Las cuentas de la banca no atraviesan una situación boyante. El beneficio de las entidades españolas ha caído el 11% hasta junio y su rentabilidad bajó al 6,6%, un nivel superior a la media comunitaria pero inferior al coste que les supone que los inversores le presten el capital (entre el 8% y el 10%). "Los intermediarios financieros pueden tener incentivos a compensar la baja rentabilidad de su negocio habitual con una mayor asunción de riesgos, por lo que habrá que estrechar la vigilancia para evitar la acumulación de riesgos sistémicos", alerta el documento.

Además, persiste el riesgo de demandas judiciales que el Banco de España ya apuntó en su informe anterior, el pasado marzo, particularmente por la próxima sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre el índice de referencia de los préstamos hipotecarios (IRPH). "Las entidades deben seguir esforzándose en proporcionar a sus clientes los productos financieros adecuados a sus necesidades y capacidades, así como suministrar la información relevante sobre sus productos y servicios de manera clara y transparente. Los cambios regulatorios recientes en el mercado hipotecario podrían ayudar a este objetivo. Debe tenerse en cuenta que la reputación de las entidades y la confianza de los clientes es un elemento esencial para desarrollar el negocio bancario", sostiene el supervisor.