El origen de Bankia se remonta a julio de 2010, cuando tuvo lugar la integración de siete cajas de ahorros (Caja Madrid, Bancaja, Caja Canarias, Caja Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja) en forma de un Sistema Institucional de Protección (SIP).

Con este paso, el grupo resultante integraba su organización y gestión, actuando como una única entidad a efectos contables y regulatorios, y designaba a su nuevo consejo de administración, en el que Caja Madrid y Bancaja nombraron a 17 de los 21 miembros.

Sin embargo, el nacimiento de la marca comercial Bankia como tal se produjo meses después de que a finales de 2010 se crease la matriz Banco Financiero y de Ahorros (BFA).

Con la nueva denominación comercial, la entidad resultante de la fusión de estas siete cajas protagonizó una polémica salida a bolsa en julio de 2011 que atrajo a unos 360.000 inversores y se vio empañada por la crisis económica y su impacto en los mercados financieros.

Posteriormente, y tras la reformulación de las cuentas anuales por parte de Bankia, se puso de manifiesto la situación real de la entidad, lo que acabó llevando a muchos de sus inversores a los tribunales para reclamar las cantidades invertidas.

En plena crisis económica, el Estado se vio abocado a rescatar en 2012 a algunas entidades financieras.

Así, en mayo de ese mismo año, el Estado nacionalizó el 100 % de BFA, convirtiéndose en el principal accionista de Bankia.

Ese mismo día, el hasta entonces presidente de Bankia, Rodrigo Rato, presentó su renuncia y abrió el camino al frente de la entidad a José Ignacio Goirigolzarri, que ya atesoraba una gran experiencia al haber desempeñado el cargo de consejero delegado en el BBVA.

Entre 2012 y 2013, el grupo BFA-Bankia recibió 17.959 millones de euros de ayudas públicas, que se sumarían a los 4.465 millones inyectados en 2010, elevando el total a 22.424 millones de euros, según datos de la entidad.

La llegada de Goirigolzarri supuso una renovación en la entidad, en la que cambió tanto a su consejo de administración como a su equipo de gestión y abordó en 2012 un nuevo plan estratégico a tres años enfocado a mejorar la solvencia, la eficiencia y la rentabilidad de la entidad.

Coincidiendo en el tiempo, la Comisión Europea aprobó el Plan de Reestructuración de la entidad, que imponía, según el banco, duras condiciones de ajuste de la capacidad instalada como contraprestación al desembolso de las ayudas europeas. Ello llevó a la reducción de la red de oficinas en un 39 % y de la plantilla en un 28 % hasta 2015.

En tres años, Bankia realizó saneamientos por valor de 26.845 millones de euros.

En 2017, y tras poner fin a su etapa de reestructuración, la entidad inició una fase de crecimiento que, tras el fin de las limitaciones impuestas por la Comisión Europea, permitió la materialización de la fusión con BMN, dando lugar al cuarto mayor grupo bancario de España.

Antes de cerrar dicho año, BFA vendió el 7 % de su participación en Bankia por 818,3 millones, que se unió a la colocación del 7,5 % llevada a cabo en 2014 por 1.304 millones de euros. Estas dos desinversiones y el pago de dividendos permitieron al banco avanzar en la devolución de las ayudas.

En un contexto marcado por la pandemia de coronavirus y las dificultades del Frob para avanzar en el proceso de privatización del banco, en el que controla el 61 % del capital, Bankia y Caixabank han confirmado este jueves que estudian una eventual fusión.

Cabe recordar que ya Caja Madrid, en la época presidida por Miguel Blesa, exploró una posible fusión con La Caixa, y años más tarde, Bankia, con Rodrigo Rato al frente, volvió a estudiar una operación con la ya renombrada CaixaBank.