El Banco Central Europeo (BCE) estima que las medidas excepcionales que lanzó en marzo para fomentar la actividad están ya, aunque de forma todavía ligera, surtiendo efecto. El organismo, que precisamente en marzo rebajó su previsión de crecimiento para la eurozona del 1,7% de diciembre al 1,4%, ha elevado este jueves su estimación al 1,6%. En el 2017 y el 2018, espera una expansión del 1,7%, lo que en el segundo año supone una revisión a la baja de una décima. También el pronóstico sobre la inflación, que hace tres meses redujo drásticamente del 1% al 0,1%, ha sido revisado al alza hasta el 0,2%.

"Pensamos que nuestra políticas han marcado la diferencia”, ha defendido su presidente, Mario Draghi, ante las dudas de algunos políticos y analistas sobre su efectividad. El banquero central, así, ha recordado que parte de las iniciativas todavía no han echado a andar, con lo que aún están por sentirse sus efectos. En este sentido, ha anunciado que la compra de bonos corporativos (deuda de empresas) comenzará el miércoles de la semana que viene, mientras que las inyecciones masivas de liquidez a la banca para que dé créditos (conocidas como barras libres) empezarán el 22 de mayo.

El BCE también ha pospuesto la decisión de aceptar la deuda griega como colateral, lo que abarataría la financiación de la banca helena. Antes quiere comprobar si su Gobierno ha cumplido los compromisos que alcanzó con sus socios comunitarios para su rescate.

DEFENSA DE LAS MEDIDAS

En las preguntas de la rueda de prensa posterior a la reunión del consejo de gobierno del BCE, han quedado patentes las dudas sobre la efectividad de las medidas. “Son muy eficaces, incluso aunque las reformas estructurales (que ha insistido que deben impulsar los Gobiernos nacionales) podrían ir más rápidas. El paquete de marzo ha sido instrumental para evitar un deterioro severo de las condiciones financieras tras las turbulencias de finales del 2015", ha defendido Draghi.

La inflación, ha admitido, seguirá en niveles "muy bajos o negativos" en los próximos meses (en mayo se situó en el -0,1%, frente al -0,2% de abril), pero comenzará a subir en la segunda parte del año, en gran medida gracias a que los precios energéticos no bajarán respecto a los del mismo periodo del 2015 (efecto base). La recuperación real, ha añadido, se producirá en el 2017 (1,3%) y el 2018 (1,6%, más cerca del mandato del BCE de que esté cerca pero por debajo del 2%) gracias a la política monetaria y a la recuperación económica.

MENOS RIESGOS

Draghi también ha reconocido que el crecimiento en el segundo trimestre será más bajo que en el primero (0,5%, frente al 0,3% del último del 2015) y ha apuntado que todavía hay más riesgos de que las previsiones sean demasiado optimistas a los que hay de que se queden cortas, por factores como la consulta sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea o la evolución de la economía global. Sin embargo, ha asegurado que los riesgos a la baja y al alza están ahora más equilibrados gracias a la política monetaria del BCE.

El alto funcionario ha insistido una y otra vez en la necesidad de comprobar qué efecto tienen las medidas que se van a poner en marcha este mes. Pero, como siempre, ha dejado la puerta abierta a nuevas iniciativas si es necesario: “Es crucial asegurarnos de que el entorno de baja inflación no provoca efectos de segunda ronda en los salarios y la fijación de precios. El consejo de gobierno monitorizará de cerca la evolución de las perspectivas de la estabilidad de precios y, si es preciso para conseguir su objetivo, actuará usando todos los instrumentos disponibles dentro de su mandato”.