El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) "discutirá en otoño" si cambia o mantiene su actual estrategia de política monetaria extraordinaria de apoyo a la recuperación. Así lo ha anunciado este jueves su presidente, Mario Draghi, que de esta manera ha dejado la puerta abierta a un próximo inicio de la retirada del programa de compra de deuda pública y privada.

El italiano, eso sí, ha ido con pies de plomo. Los gobernadores, ha explicado, han decidido no especificar en qué mes tendrá lugar esa discusión porque no quieren comprometerse hasta recopilar "toda la información necesaria" para tomar una decisión. "Tenemos que ser persistentes, pacientes y prudentes", ha defendido, repitiendo una de sus frases más habituales de los últimos tiempos.

El BCE está "confiando" en que la inflación de la eurozona se irán elevando "gradualmente" hacia su objetivo (por debajo pero cerca del 2%) gracias a la recuperación económica, si bien esta "todavía debe trasladarse a unas dinámicas inflacionistas más fuertes" a través de los precios y los salarios. El IPC es todavía bajó: 1,3% en junio, el menor desde diciembre por la energía, mientras que el subyacente (el que más sigue porque es menos volátil al no incluir la energía) quedó en el 1,2%.

MEDIDAS INTACTAS

Este es el análisis que ha llevado a la institución a concluir que los estímulos económicos "son todavía necesarios". El BCE, así, ha dejado los tipos de interés de referencia en el 0% en que los situó en marzo del 2016 y seguirá cobrando a los bancos por tomar sus depósitos como lleva haciendo desde junio del 2014 (desde marzo del año pasado les penaliza con el 0,4%). También el programa de compra de deuda se ha mantenido sin cambios (60.000 millones de euros en adquisiciones al mes hasta diciembre).

El mercado daba por descontada estas decisiones. De lo que realmente estaban pendientes los inversores es de los mensajes que pudiera lanzar Draghi, que alentó en junio las expectativas de un próximo cambio de la política monetaria, provocando una fuerte subida del euro. "A medida que la economía se recupera, el banco central puede acompañar la recuperación ajustando los parámetros de sus instrumentos", anunció entonces, con el argumento de que las "presiones deflacionistas han dado paso a las presiones reflacionistas" y de que la política ha dejado de ser una "nube de incertidumbre".

EXPECTATIVAS ENFRIADAS

El banquero central, sin embargo, se ha esforzado en enfriar los ánimos: entre su mensaje de junio y el de este jueves, ha argumentado, "no hay grandes diferencias". En su anterior comunicado, la institución retiró la referencia a que los tipos podrían bajar aún más y cambió su valoración de los riesgos para el crecimiento, de "a la baja" (es decir, de provocar un crecimiento menor del esperado) a "equilibrados". Este jueves, en cambio, ha mantenido la mención a que el programa de compra de deuda podría aumentar en su duración o dimensión, en contra de las expectativas de algunos analistas.

La mayoría de los expertos prevén que el BCE anuncie el otoño que la compra de activos se prorrogará al primer semestre del 2018, pero en un volumen menor (unos 40.000 millones al mes). A su juicio, a mediados del año que viene podría suavizar la facilidad de depósito (el tipo que cobra a los bancos por tomar su dinero) y a finales del ejercicio podría anunciar la primera subida de los tipos de referencia. Draghi se ha limitado a asegurar que la retirada se podrá hacer de forma "fluida".