Como se esperaba, el Banco Central Europeo (BCE) ha mentenido este jueves los tipos de interés, pero ha confirmado que está preparándose para adoptar nuevas medidas de apoyo a la economía ante la desaceleración y la baja inflación. El consejo de gobierno de la autoridad monetaria de la zona euro ha anunciado que ha encargado a comités internos que "examinen las opciones" que tiene el organismo, entre las que ha citado iniciativas para reforzar su guía sobre las perspectivas de evolución del precio del dinero, medidas mitigadoras de los efectos de los tipos bajos en los bancos como la introducción de varios niveles en la penalización que sufren por depositar el dinero en el BCE, y el reinicio del programa de compra de activos.

Una política monetaria "altamente acomodaticia", ha asegurado en una nota, será necesaria durante un largo periodo ya que la inflación, la actual y la prevista, ha estado persistentemente por debajo del objetivo de la institución durante mucho tiempo. "Si las perspectivas de inflación a medio plazo continúan estando por debajo del objetivo, el consejo de gobierno está decidido a actuar, en línea con su compromiso con la simetria en el objetivo de inflación", ha sostenido, abriendo así la puerta a cambiar su meta de que el IPC de la zona euro esté cerca pero por debajo al 2% a que esté en torno al 2%, por encima o por debajo, lo que le daría más margen para adoptar nuevas medidas extraordinarias. De hecho, ha quitado por primera vez de su comunicado esa referencia a los niveles "niveles inferiores, aunque próximos, al 2 % a medio plazo".

Los tipos oficiales de interés, por tanto, permanecerán en los niveles mínimos históricos en que llevan instalados desde marzo del 2016. El precio oficial del dinero seguirá en el 0%, mientras que la facilidad marginal de crédito (el dinero que cobra a los bancos por prestarles) se mantendrá el 0,25% y la facilidad de depósito (el dinero con que remunera a los bancos por guardarles el dinero) permanecerá en el -0,40% (es decir, que les cobra en lugar de pagarles).

MEDIAS EN CAMINO

En su última reunión el pasado junio, el organismo sorprendido al mercado al anunciar que mantendrá los tipos de interés sin cambios "al menos hasta el primer semestre de 2020". Hace algo más de un año aseguró que no los movería "hasta al menos durante el verano del 2019" ante el deterioro de la situación económica y el pasado marzo lo retrasó "al menos hasta el final de 2019", en un encuentro en que ya aprobó una nueva ronda de liquidez masiva y barata para los bancos. Además, la institución dejó la puerta abierta por primera vez a la posibilidad de cobrar más a las entidades financieras por guardarles el dinero, de reiniciar el programa de compra de deuda pública y empresarial que finalizó en diciembre después de casi cuatro años, y de retrasar aún más el estancamiento del precio del dinero, que no ha subido desde el 2011.

Su presidente, Mario Draghi, lo reafirmó unos días después durante su conferencia anual en el foro de bancos centrales que el BCE organiza en Sintra (Portugal). "En ausencia de mejoras, de manera tal que el retorno sostenido de la inflación a nuestro objetivo se vea amenazado, se requerirán estímulos adicionales", afirmó antes de asegurar que su institución deliberaría en las "próximas semanas" sobre cómo adaptar los diferentes instrumentos a su disposición en función de los riesgos para la estabilidad de precios.

DESPUÉS DEL VERANO

Con las medidas que prepara, el BCE, como también la Reserva Federal estadounidense, va a tratar de afrontar la desaceleración económica, que dura ya varios trimestres a causa de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y la falta de claridad sobre el 'brexit', así como la paralela caída de las previsiones de inflación, que no paran de bajar desde mediados del año pasado. Sus últimas previsiones son que se sitúe en el 1,2% este año, el 1,5% en el 2020 y el 1,6% en el 2021. Su objetivo es que los precios estén cerca pero por debajo del 2%, aunque recientemente ha trascendido que podría cambiarlo para fijar una meta "simétrica".

Los analistas daban por descontado que el organismo no anunciaría medidas (más contundentes) en la reunión de hoy. En cambio, la mayoría de ellos prevé que en septiembre rebaje en 10 puntos básicos la facilidad de depósito, pasando a cobrar un 0,5% a los bancos por guardarles el dinero, así como que a finales de año reinicie el programa de compra de deuda pública y privada, con unas adquisiciones mensuales que se espera que sean de 15.000 millones de euros. Entre marzo del 2015 y diciembre del 2019 compró bonos por valor de unos 2,7 billones de euros, de los que unos 260.000 millones eran españoles. En los últimos meses también se ha debatido la posibilidad de introducir un escala de niveles en la penalización a los depósitos de las entidades financieras para no penalizar en exceso la rentabilidad del sector, como ya sucede en Suiza, Japón, Dinamarca y Suecia.