Como se esperaba, el Banco Central Europeo (BCE) mantuvo ayer los tipos de interés en los mínimos históricos en que los situó en marzo del 2016, pero confirmó que prepara nuevas medidas ante la desaceleración y la baja inflación, como anunció en junio y que probablemente comenzará a adoptar en su reunión de septiembre. Entre ellas figura una posible nueva bajada del precio del dinero: por primera vez apuntó que los tipos permanecerán al nivel actual o, y aquí la novedad, «en niveles inferiores» al menos hasta el primer semestre del 2020.

Además, encargó a sus expertos que «examinen opciones» adicionales, como retomar la compra de deuda pública y privada; medidas para mitigar el efecto negativo de los tipos bajos en la rentabilidad de los bancos, en particular introducir tramos en la penalización que sufren por depositar su dinero en el BCE; e iniciativas para «reforzar sus indicaciones sobre la orientación futura de los tipos», en referencia al plazo en que los mantendrá estables o los reducirá.

EMPEORANDO / Su presidente, Mario Draghi, explicó que el consejo de gobierno del organismo quiere esperar a contar con sus nuevas proyecciones económicas para la zona euro de septiembre, pero dejó claro que la situación no pinta bien por factores como la guerra comercial de Estados Unidos y la creciente posibilidad de un brexit sin acuerdo. Las perspectivas, subrayó, no paran de «empeorar y empeorar», sobre todo en el sector industrial y en países muy dependientes del mismo como Alemania. Los datos apuntan a que la actividad se desacelerará en el segundo y tercer trimestre, con lo que es «menos probable» que se produzca el rebote en la segunda parte del año que esperaba la autoridad monetaria, aunque el riesgo de recesión sigue siendo «bastante bajo».

Los analistas daban por descontado que el BCE no anunciaría medidas. La mayoría prevé que en septiembre rebaje en 10 puntos básicos la facilidad de depósito, pasando a cobrar un 0,5% a los bancos por guardarles el dinero, así como que a finales de año reinicie el programa de compra de deuda pública y privada, con unas adquisiciones mensuales que se espera que sean de 15.000 millones de euros.

Entre marzo del 2015 y diciembre del 2019 compró bonos por valor de unos 2,7 billones de euros, de los que unos 260.000 millones eran españoles. En los últimos meses también se había debatido ya la posibilidad de introducir un escala en la penalización a los depósitos de los bancos, como aplican Suiza, Japón, Dinamarca y Suecia. Asimismo, se espera que retrase el horizonte de los tipos bajos más allá de la primera mitad del 2020.

A falta de medidas, la novedad estuvo en los mensajes. El BCE subrayó que durante un periodo prolongado será necesaria una «política monetaria muy acomodaticia» y que si las perspectivas de los precios siguen por debajo de su objetivo «tiene la determinación de actuar conforme a su compromiso de simetría en el objetivo de inflación».

MEDIDAS EXTRAORDINARIAS / Este último es un aviso relevante: su objetivo oficial es que el IPC esté por debajo pero próximo al 2%, pero la mención a la simetría implica que aceptaría también que esté cerca de ese nivel pero por encima, lo que le da más margen para las medidas extraordinarias. «Simetría significa que no hay un tope en el 2%», destacó Draghi, quien también advirtió de que, si la situación empeora, los países con margen fiscal deberán tomar medidas de gasto, en velada referencia a Alemania y Holanda.