Twitter tal y como lo conocemos podría tener los días contados. Este pasado fin de semana, uno de los principales donantes de Donald Trump y el Partido Republicano, el multimillonario Paul Singer, adquirió una «parte considerable» de las acciones de la plataforma social con el objetivo de ocupar el cargo de su actual director general, Jack Dorsey.

Fuentes conocedoras de la operación aseguraron a Bloomberg que Singer ha nominado a cuatro potenciales directores para el consejo de administración de Twitter. En la reunión anual de la compañía quedarán tres puestos disponibles, pero el multimillonario ha señalado a más gente para asegurarse una cuota de poder.

Uno de los motivos para esa operación serían las dudas de algunos accionistas con el trabajo de Dorsey, cofundador de la plataforma. Desde que regresó al frente de la compañía en julio del 2015 las acciones han caído un 6,2%, mientras que las de Facebook han crecido más del 121%. La operación llega después que en octubre la cúpula de Twitter anunciase la prohibición de todo tipo de propaganda electoral en la plataforma para evitar la difusión de bulos, algo a lo que Mark Zuckerberg se opone.

Singer es conocido por ser uno de los principales apoyos económicos del movimiento neoconservador estadounidense, partidario de una liberalización salvaje del mercado y del sionismo más recalcitrante. La compra de acciones fue gestionada a través Elliott Management, un poderoso fondo buitre de su propiedad que maneja activos por valor de 38.000 millones de dólares.

Este gigante de Wall Street ha sido cuestionado por lucrarse de una dudosa actividad: comprar deuda pública de entidades a punto de la quiebra a un precio por debajo de mercado para después exigir que se le pague el valor inicial. Este mecanismo de especulación financiera también lo ha lanzado contra países en apuros como Perú en 1996 o Argentina en el 2016. En ambos casos, Singer ganó.