C omo se esperaba, los consejos de administración de CaixaBank y Bankia aprobaron en la tarde de ayer la fusión de las dos bancos por medio de una operación de canje de acciones que implica la absorción de la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri por CaixaBank. Culmina así la integración más rápida que se ha producido en el sector financiero español. Desde que el pasado 24 de agosto los consejos de las dos entidades facultaran a sus directivos a iniciar las conversaciones, no ha pasado ni un mes hasta que los administradores han dado su aprobación a crear el primer banco en España, una vez realizados los análisis contables, en los que no se han producido discrepancias que pusieran en peligro el acuerdo, más allá del tira y afloja final por el precio.

«No ha habido diferencias insalvables, pero hasta el último momento se ha negociado por una diferencia no mayor», comentaron fuentes financieras.

El precio de la transacción se dará a conocer hoy en una rueda de prensa de José Ignacio Gorigolzarri, presidente de Bankia, y Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, en Valencia, donde el nuevo banco tendrá su sede oficial. Pero no distará demasiado de las estimaciones realizadas por diferentes sociedades de bolsa en las que se apuntan que la ecuación de canje puede estar cerca de las 15 acciones de Bankia por cada 10 de CaixaBank, lo que supone valorar la sociedad absorbida a unos 1,5 euros por título. Este vendría a ser el resultado del pago de una prima de emisión del 15% con arreglo al valor de las acciones de Bankia a primeros del mes de septiembre. Ese porcentaje se corresponde asimismo con la prima pagada en la última fusión europea entre Intesa SanPaolo y UBI Banca en Italia.

El peso de cada entidad también se mantendrá en el nuevo consejo de administración, que previsiblemente tendrá 15 miembros, de los cuales 10 representarán a CaixaBank y cinco a Bankia, en lugar del los 27 actuales (14 en la entidad que preside Jordi Gual y 13 en la presidida por Goirigolzarri). Al frente del nuevo banco estará el responsable actual de Bankia, mientras que el primer ejecutivo será Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank.

El objetivo de la fusión es, sin duda, mejorar los márgenes de la entidad resultante, gracias a las sinergias generadas. Los analistas consideran que pueden alcanzar entre el 30% y el 40% de la base de costes de Bankia y los gastos de reestructuración pueden suponer 900 millones, lo que podría implicar una reducción de hasta el 20% de oficinas y plantilla, de unos 8.000 o hasta unos 12.500 empleos, de los 51.536 que reúnen los dos. La operación generará, por otra parte, fondos de comercios negativos que irán a la cuenta de resultados como beneficios, lo que evitará que se deterioren los recursos propios de la entidad resultante, cuyos niveles de capital podrán mantenerse en la media ponderada de los dos bancos.

La operación, de la que tiene que ser informado el Banco Central Europeo, tendrá que ser aprobada finalmente por el Ministerio de Economía, que además, es parte implicada, en tanto que responsable administrativo y político del primer accionistas de Bankia, que es el FROB, sociedad que controla las participaciones públicas en el sistema financiero español, y tiene el 61,8% del capital de Bankia, En el nuevo banco, esa participación se verá diluida hasta 15%, aproximadamente. La Fundación La Caixa, que preside Isidre Fainé y controla al 40% del banco de origen catalán, se perfila como el socio de referencia con un proporción superior al 30% del nuevo banco. En resumen, los accionistas de CaixaBank tendrán aproximadamente el 75% del nuevo banco y los Bankia en torno al 25%. Así, el Estado se da algo de tiempo para recuperar parte de los 24.000 millones de euros que fueron invertidos en el rescate de Bankia, algo que no parece posible en su integridad. H