Como un alumno que deja el estudio para el día antes del examen, muchas empresas han esperado hasta que entrara en vigor la obligación del registro horario para plantearse como abordar el asunto. Lo denuncian los sindicatos y lo reconoció el propio Gobierno en el primer lunes laborable que ha imperado la norma. Esta fue publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el pasado 12 de marzo, lo que comenzó un periodo de gracia de dos meses para dar tiempo a las compañías para adaptar la norma a sus respectivas rutinas. «Nadie se lo ha tomado en serio», admitió ayer la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio.

El propio Ministerio de Trabajo esperó hasta ayer para editar una guía práctica de 10 páginas en la que intenta aclarar las muchas dudas que genera la norma entre las empresas. Esta no es muy explícita y reafirma los principales elementos que recoge el real decreto, trasladando a la negociación colectiva entre empresarios y sindicatos la materialización de la norma. Insiste en que ningún trabajador asalariado es ajeno a la obligación de llevar un registro de su jornada, incluyendo a mandos intermedios, profesionales que ejerzan su oficio de manera itinerante o desde su propia casa.

La guía de Trabajo sí esclarece las incógnitas sobre algún caso especial, como el de las empresas de trabajo temporal (ETT). Los trabajadores empleados en estas deberán registrar las horas realizadas y tendrán que ser las empresas donde estos prestan temporalmente sus servicios las encargadas de recoger el registro de jornada. En el caso de subcontratación del servicio deberá ser la empresa subcontratada la que lleve a cabo el registro de la jornada laboral.

NEGOCIAR EL CÓMO / Trabajo se limita a indicar que vale «cualquier sistema o medio, en soporte papel o telemático, apto para cumplir el objetivo legal, esto es, proporcionar información fiable, inmodificable y no manipulable a posteriori, ya sea por el empresario o por el propio trabajador». Ahí entrará la negociación de cada empresa con los representantes de los trabajadores.

En la consultora Between ayer no fue el primer día laborable en el que se registró la jornada. Esta empresa que asesora en cuestiones tecnológicas a otras firmas lleva desde el 2015 controlando el horario de sus empleados. Consultores visitantes incluidos, según destacan desde la compañía. Su sistema consiste en un programa que el empleado abre cuando inicia su jornada, sea en el centro de trabajo o en aquella empresa que esté asesorando en ese momento, en el que vuelca la hora de inicio, la de finalización y en qué proyecto ha estado trabajando. Se almacena en la nube y el trabajador puede consultar cuántas horas acumula a la semana.

La voluntad del empresariado para que la norma tenga éxito será clave, según afirman fuentes de la Inspección de Trabajo, conscientes de sus limitados recursos.

En España, según la última memoria (ejercicio del 2017), hay 1.789 inspectores de Trabajo en plantilla. Desde el domingo los inspectores ya se han personado en algunas empresas, y las multas que pueden imponer no son muy cuantiosas, según reconocen, y ascienden en primera instancia hasta 6.250 euros por empresa, no por trabajador.

POCA PRISA PATRONAL / Hoy está fijada en distintas comunidades reuniones de seguimiento entre sindicatos y patronales donde el tema del control horario será el principal punto del orden del día. «Reclamamos una negociación efectiva sobre como implementarlo», afirma la secretaria de política sindical de CCOO, Cristina Torre. Desde la central se critica a las patronales que no han priorizado el tema y que todavía no han dado respuesta a la propuesta que se les trasladó con UGT.

«Estamos encontrando resistencias en no pocas empresas», coincide su homóloga de UGT, Núria Gilgado. Fuentes de las patronales respondieron que han estado estudiado detenidamente la propuesta que se les hizo llegar desde las centrales el mes pasado y que le darán respuesta en la reunión prevista para hoy.