Los presupuestos generales del Estado que han pactado el Gobierno socialista y Podemos, dados a conocer el pasado jueves, incluye una interesante y no menos controvertida medida destinada a promover la compra de coches eléctricos. La intención del ejecutivo presidido por Pedro Sánchez es ofrecer un plan "estable e ininterrumpido" hasta el año 2020 para promover la electrificación del parque móvil español (uno de los más viejos de Europa con una media de 11 años) y para ello buscará financiación en el impuesto al díesel. Ese plan reemplazaría a los últimos tipo Movele que se vieron agotados a las pocas horas de su puesta en marcha, de ahí lo de estable e ininterrumpido.

Para financiar ese plan de electrificación se atacará al diésel. Según el texto oficial "el plan contará en el año 2020 con al menos el 30% de mayor recaudación del impuesto del combustible de los vehículos diésel producida por el cambio normativo para dichas actuaciones". La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, señaló que la subida del impuesto al diésel sería de unos 38 euros por cada mil litros. Este incremento, precisó, tendrá un coste de unos 3,3 euros al mes para un ciudadano medio que recorra unos 15.000 kilómetros al año con su vehículo.

Un contrasentido en la norma propuesta si nos atenemos a lo que se refiere con 'cambio normativo'. Si lo que persiguen es buscar una reducción de emisiones de CO2, que la Unión Europea coloca en un 35% menos para 2030. Hablamos de contrasentido ya que, como todo el mundo sabe, las emisiones de CO2 proceden mayoritariamente de los motores de gasolina. Los diésel también emiten CO2 pero en menor medida (un 20% menos). Lo que emiten es NOX (óxidos de nitrógeno) y partículas, y la normativa está enfocada en referencia al CO2.

La electrificación forzada puede ser fatal. Herbert Diess, CEO del grupo Volkswgen, advertía esta semana en el rotativo Süddeutsche Zeitung del peligro frente al freno político del diésel. "Cuando se produce una batería (para un coche eléctrico) con energía generada por carbón se generan cinco toneladas de dióxido de carbono (CO2). Y si luego conduces utilizando electricidad generada con carbón la movilidad eléctrica se vuelve una tontería", apuntaba.

La 'demonización' del diésel en los últimos meses ha llevado al mercado a invertir la tendencia potenciando la mayor comercialización de modelos con motores de gasolina. Sin embargo, esa falsa argumentación ecologista de que el diésel contamina más, se evapora si analizamos los datos de emisiones de CO2 en lo que va de año. Resulta que las emisiones medias de los coches nuevos vendidos en España han crecido este año un 1,8%, respecto a 2017, situándose en los 117 gramos, según datos de la consultora MSI para la Federación de Asociaciones de Concesionarios de la Automoción (Faconauto). La caída de las matriculaciones de diésel y el aumento de los modelos de gasolina ha provocado este incremento. O sea, que el CO2 no parece ser el problema del diésel. En septiembre los diésel cayeron un 16,5% en el mercado y los coches de gasolian subieron un 36,7%. Entre enero y septiembre los modelos de energías alternativas despegaron muy poco, un 0,3% los eléctricos, un 5,7% los híbridos y un 1,1% los de gas.