La economía china bate mínimos históricos con la misma terquedad con la que antes batía los máximos. Su crecimiento en el 2019 se quedó en el 6,1%, el menor ritmo desde que el país fue globalmente arrinconado en 1989 tras la represión de Tiananmén. La expansión en el último cuatrimestre repitió el 6% del tercero, cuatro décimas por debajo del mismo periodo del pasado año. El valor del PIB chino alcanzó un volumen de 99,08 billones de yuanes (13 billones de euros).

El cuadro, sin embargo, permite también lecturas positivas. La cifra llega un día después de que Pekín y Washington firmaran la primera fase de un acuerdo del que se espera que aceite sus intercambios comerciales y reduzca las incertidumbres.

Y los expertos valoran que, en un contexto de hostilidad externa tan acentuada, el Gobierno chino haya cumplido con esa horquilla del 6-6,5% que se había propuesto a principios de año. La economía aguanta por encima del listón psicológico del 6%, juzgado como imprescindible por Pekín, y la renta per cápita rebasó por primera vez en la historia los 10.000 dólares (8.982 euros).

El dato fue subrayado por Ning Jizhe, portavoz del Bureau Nacional de Estadísticas (BSE), para proclamar que «el ritmo del progreso es imparable» y que «la calidad del desarrollo económico ha mejorado». China inauguró años atrás la etapa de la «nueva normalidad», que sacrifica el crecimiento a toda costa por un modelo más maduro, ordenado y respetuoso con el medio ambiente. La renta per cápita es capital en ese proyecto del «sueño chino» con el que su presidente, Xi Jinping, pretende que toda su población consiga un nivel razonable de bienestar.

Desde el BSE se aludió de nuevo a las crecientes presiones a la baja y al aumento de las fuentes de inestabilidad y riesgos globales. Pekín subraya esas circunstancias para desdramatizar las constantes desaceleraciones y defender la solidez de su proyecto. Las cifras responden a las expectativas del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial y del grueso de los expertos.

La producción industrial (que en China comprende las manufacturas, minería y servicios públicos) subió un 5,7%, una décima por encima de los pronósticos pero cinco por debajo del pasado año. Las ventas al por menor, un indicador clave del consumo, crecieron un 8%, un punto por debajo del ejercicio anterior. La inversión en activos fijos subió un 5,4%.