La crisis comercial desatada por el coronavirus en China ha desvelado los problemas de una economía globalizada y chinadependiente, expuesta cada vez más a problemas incontrolables e impredecibles. Los consejos de los economistas reacios a la externalización masiva de plantas a países con costes laborales ultrabajos sin más objetivo que el incremento de los márgenes se han visto a principios de este 2020 plenamente corroborados.

La patronal catalana Pimec, por ejemplo, ha recomendado a sus 120.000 socios que busquen suministros alternativos y que activen planes de contingencia ante los problemas generados en el comercio internacional. Según su presidente, Josep González, «no se puede confiar todo el negocio a países que están afectados por múltiples factores de riesgo, que van desde la guerra comercial o el coronavirus». A juicio de esta organización, esta crisis ha evidenciado la excesiva dependencia que existe de China y es necesario activar medidas de salvaguarda.

un nuevo entorno / Uno de los primeros expertos en alertar de las consecuencias del coronavirus fue Joan Tristany, presidente de la asociación de empresas exportadoras Amec. En su opinión, las empresas deben ir acostumbrándose a un nuevo entorno (el denominado VUCA). Es ese un concepto acuñado por el U.S. Army War College de EEUU para describir la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad del mundo surgido tras el fin de la guerra fría. La situación actual más se asemeja a un contexto de VUCA al cuadrado, en el que Tristany advierte de que «los problemas pueden venir del aumento de barreras arancelarias, de aspectos geopolíticos imprevisibles o de virus incontrolables». Por ello, opina, que la flexibilidad y la diversificación son básicos para controlar los riesgos, «por lo que conviene instalar los centros de producción en distintos países», según Tristany.

Salvador Navarro, presidente de la Confederación Empresarial Valenciana, opina que lo que tienen que hacer los empresarios «es aprovechar la oportunidad, y la situación actual lo es». Navarro considera que a día de hoy «el temor generado debe servir para buscar cadenas de suministro mucho más cercanas». La idea, apunta, ya la acuñó la patronal valenciana en una reciente expediciónempresarial a Marruecos.

EL JUGUETE DE VALENCIA / Pero Navarro quiere ir un paso más allá y apuesta por aprovechar la situación para una reindustrialización: «Hay otra oportunidad y es, como ya han hecho mucho sectores como el textil y el juguete, volver a fabricar en la Comunidad Valenciana o en el territorio nacional», afirmó. «Es una oportunidad que como buenos empresarios no vamos a dejar pasar pero desde luego le vamos a pedir a los ministerios y a la Generalitat incentivos para que se vuelva a producir, con capacidad, con innovación y con digitalización».

Hasta el momento, el parón de las exportaciones chinas ha obligado a las empresas chinadependientes a buscar nuevos proveedores, algunos en zonas de Asia próximas al gigante asiático, otras en proveedores locales y la mayoría en países próximos con costes de mano de obra todavía bajos como Marruecos y Turquía. Estos son los proveedores preferidos por las firmas del sector textil, mientras que en Asia, fundamentalmente Corea e Indonesia, se centran las firmas proveedoras de tecnología. Ese trasvase o reubicación de proveedores puede suponer alzas de costes y recorte de márgenes comerciales en los próximos meses, pero en una situación de elevada competencia el efecto en los precios de venta puede no ser inmediato.

Para Miguel Ángel Ariño, profesor del IESE, «la incertidumbre económica se mantendrá mientras no se disipe el horizonte de la epidemia y su impacto en el crecimiento económico todavía no se puede calibrar». Ariño, responsable del Índice de Incertidumbre Económica que publica regularmente esta escuela de negocios, admite que este indicador aumentó en 33 puntos en febrero, nivel no alcanzado desde verano del 2016, con el brexit. La incertidumbre sobre la bolsa española había subido en febrero 61 puntos en un avance premonitorio de lo que se venía encima. También se incrementaba la incertidumbre en las divisas y el petróleo, mientras bajaba la deuda española en torno a los 10 puntos, siendo el único componente del índice que se redujo.