La de este jueves puede ser la penúltima reunión de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) con Mario Draghi al frente. El italiano finaliza su mandato de ocho años en octubre, desde el 2011. Una eternidad en la que solo el BCE fue capaz de sacar a la zona euro del pozo de la mayor recesión económica desde la Segunda Guerra Mundial.

Su 'whatever it takes' (haré lo que haga falta) en la penumbra de aquel julio del 2012 quedará para la historia y a su sucesora, Christine Lagarde, solo le queda el deseo de no tener que volver a usarlo nunca más, pues ello sería muy mala señal.

Durante su comparecencia ante la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo para defender su candidatura a presidir el BCE a partir del 31 de octubre, la francesa Lagarde se mostró a favor de continuar con la política monetaria liderada por Draghi.

Lo más llamativo, tal vez, fue la vis política que mostró la exministra francesa de Finanzas y aun directora del Fondo Monetario Internacional (hasta el 12 de septiembre).

Sin apartarse de la misión esencial del BCE (preservar la estabilidad de precios en la zona euro), Lagarde se explayó en las funciones secundarias que, a su juicio, puede asumir el banco central para dar soporte a ciertas decisiones políticas de la Comisión Europea o el Europarlamento. Y en este punto llamó su atención su compromiso con la lucha contra el cambio climático.

En sus inversiones, el BCE debe atenerse al principio de neutralidad y no puede favorecer o penalizar un sector u otro en función de criterios medioambientales. Sin embargo, en la medida en que la CE defina unos objetivos y un método, el banco sí puede prestar cierto soporte a sus políticas.

Lagarde apuntó incluso que el propio fondo de pensiones de los empleados del banco central podrá volcarse en activos que ayuden a financiar las inversiones para una economía descarbonizada.

El BCE ya ha incluido este año el cambio climático entre el mapa de riegos que debe supervisar en las entidades financieras. Se está analizando los posibles perjuicios que pueden causar a las entidades sus inversiones en empresas expuestas a la economía carbonizada. Algunas entidades como BBVA han anunciado que dejarán de financiar nuevas actividades de minería y carbón. Y el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, se mostró este verano dispuesto a que los riesgos del cambio climático se incluyan en los próximos test de estrés de la banca.

Lagarde enganchó este banderín en Parlamento Europeo. Llegó a decir que la lucha contra el cambio climático bien se puede convertir en una prioridad secundaria del BCE. 'Salut', Lagarde.