El espectacular frenazo en las previsiones de crecimiento de la zona euro es de tal calibre que ni una sola voz en el Banco Central Europeo (BCE), ni siquiera la de los halcones, se ha opuesto esta vez a una nueva de ronda de estímulos y a retrasar la subida de los tipos de interés, si ello ayuda a evitar el hundimiento de la actividad.

Como en un juego de muñecas rusas, el proceso de desaceleración de la economía mundial guarda en su corazón el frenazo más intenso de la zona euro. Y dentro de la Unión Monetaria, el foco de este parón se sitúa en Alemania, donde su poderosa industria el automóvil está lastrando la actividad del país y, de paso, la de sus socios europeos.

En sus últimas previsiones la OCDE ha rebajado en dos décimas la previsión del crecimiento mundial en el 2019 -del 3,5% al 3,3%- pero es que el recorte de la expectativas en la zona euro ha sido de ocho décimas (desde el 1,8% al 1%) y ello ha sido, sobre todo, por el lastre de la economía alemana, donde la estimación se ha desplomado a la mitad para este año (desde el 1,4% a 0,7%) para este año

Los datos sobre cartera de pedidos anticipan que la industria de la zona euro registró en febrero su primera contracción desde el 2013, según el Índice de Gerentes de Compra (PMI por su sigla en inglés). Este indicador privado, que elabora la firma británica IHS Markit, también anticipa recesión en la industria española por primera vez en seis años, así como en Alemania (donde el índice oficial anotó un descenso del 0,4% en diciembre) e Italia.

EL COLOR DE LA CRISIS

Los organismos internacionales se resisten a hablar de recesión en la zona euro y mucho menos, en el mundo. Pero se habla abiertamente de desaceleración, cuando no de crisis.

Y si la gran crisis del 2008 afloró a partir de los “cuellos blancos” (‘white collars’ en la jerga anglosajona) de los empleados del sector financiero, la actual parece estar vinculada con los “cuellos azules”. Los “blue collars” es un término que se utiliza en los países de habla inglesa para hacer referencia a los trabajadores del sector industrial y a su habitual indumentaria del mono azul.

"Gran parte de la debilidad de la economía global se ha concentrado en el sector manufacturero”, subrayan los analistas de HSBC Janet Henry y James Pomeroy en un reciente informe citado por la publicación Business Insider. Además sostienen que las guerras comerciales, la de EE.UU. contra China y la de Reino Unido contra la Unión Europea, han perjudicado especialmente a los fabricantes.

“La industria en la UEM está atravesando su peor momento de los últimos años y el comportamiento de las encuestas de opinión del sector no permite anticipar una reactivación del sector en el corto plazo”, anticipa el servicio de estudios de Bankia. “Uno de los factores que está penalizando la evolución de la actividad industrial es la debilidad de la industria del automóvil que, además, se enfrentará a retos adicionales si, finalmente, EEUU decide aplicar un arancel del 25% a la importación de vehículos”, añade.

RECESIONES DE CORTA DURACIÓN

Sin embargo, no todo es pesimismo. Los analistas de HSBC apuntan que las recesiones industriales suelen ser cortas, de apenas un par de trimestres de duración y, además, la mayoría de las grandes economías se basan en el sector servicios y no en el industrial.

El carácter transitorio que los analistas asignan a las crisis industriales podría justificar que las negras previsiones del FMI, la OCDE y el BCE para el ejercicio 2019 en la zona euro sean algo mejores cuando se proyectan al 2020. La misma OCDE que ha rebaja al 1% el crecimiento de la zona euro para el 2019 lo mantiene en el entorno del 1,2% para el 2020. El perfil que dibuja el BCE pasa del 1,1% del 2019 al 1,6% en el 2020.

Pero hay muchas dudas en el horizonte y hay quien vaticina que la industria europea del automóvil tardará más de lo previsto en digerir la normativa medioambiental. De ser así el tono azul que impone la crisis industrial al 2019 podría teñir también el 2020.