Duralex, la empresa francesa que sustituyó las vajillas de loza de las familias españolas por sus icónicas piezas de vidrio templado «casi irrompibles» en los años 60, está al borde de la desaparición. Un tribunal de la ciudad francesa de Orleans ha admitido la solicitud del fabricante de declararse en quiebra ante la situación excepcional generada por la pandemia de covid-19.

Con todo, el director general de la firma francesa, Antoine Ioannidès, ha sostenido que la suspensión de pagos no es más que un «procedimiento temporal» y ha destacado que la compañía tiene ahora seis meses para presentar un plan para solucionar sus problemas financieros. En la radio France Bleu Orléans, el ejecutivo aseguró que la empresa no prevé ningún recorte en su plantilla y prometió que los 240 empleados de la fábrica La Chapelle-Saint-Mesmin continuarán cobrando. Según informa el medio local La République du Centre , la firma prevé continuar buscando un nuevo posible comprador o retomar las negociaciones con las empresas que se habían interesado por su adquisición antes del estallido de la pandemia del coronavirus. En el centro de la crisis de Duralex aparece un grave incidente ocurrido en el 2017, cuando uno de sus hornos se vio seriamente dañado durante su reparación, lo que provocó que la producción pasara de 160 a 20 toneladas de vidrio por día. Ello sumado a la caída de la demanda internacional provocada por el covid-19 (las exportaciones suponen un 80% de su cifra de negocio) ha supuesto una caída de la facturación de cerda del 60%. Su director general recordó en France Bleu el litigio que mantiene con la subcontrata responsable de la pieza defectuosa que habría provocado el incidente en su horno principal de la planta de Loirétaine. «Nos deben más de 9 millones de euros, pero el caso está en los tribunales y todavía tardará meses en resolverse», explicó Antoine Ioannidès. Sea como fuere, la facturación no ha conseguido recuperar los niveles del 2016. H