Las perspectivas sobre la economía española han empeorado a la vuelta del verano. En junio, el Banco de España elevó hasta el 2,4% su previsión de crecimiento de la economía para el 2019. El BBVA hablaba de «sorpresas» y también elevó su previsión, hasta el 2,3%. Lo mismo hizo el Instituto de Estudios Económicos (IEE), mientras que el Gobierno se disponía a corregir al alza su estimación oficial, del 2,2%.

Ahora el Ejecutivo parece no atreverse a acometer la revisión prevista. Y la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, aventura un «otoño muy complicado», sobre todo, por el riesgo de un brexit desordenado a partir del 31 de octubre.

Las palabras crisis y recesión se han instalado en las informes sobre el futuro de la economía de Estados Unidos y en algunos relativos a la zona euro (no, en los de España). Alemania se adentra en una recesión técnica (dos trimestres seguidos con crecimientos negativos); Italia chapotea en el estancamiento y desde el Reino Unido acecha la amenaza del brexit. El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, asume que, el riesgo de recesión en la zona euro «es bajo», pero «va en aumento».

Ayer mismo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revisó en tres y en cuatro décimas sus perspectivas de mayo sobre la economía mundial para el 2019 y el 2020. La organización de países desarrollados prevé ahora que la economía mundial crecerá en el 2019 el 2,9%, la tasa más baja en 10 años, si bien, para el 2020 aún confía en un leve repunte, que ahora sitúa en el 3%.

CASCADA DE REVISIONES / Las nubes parecen devenir en nubarrones y la preocupación se ha instalado en los agentes económicos. Gobierno, empresarios, sindicatos, inversores y todo tipo de analistas han activado sus alertas para estar vigilantes. La incertidumbre política tampoco ayuda, con un gobierno interino desde febrero y nuevas elecciones en noviembre.

En España, el riesgo de recesión a corto plazo (dos años) no aparece en el radar de los principales analistas, pero diez de los 19 que participan en el panel de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) han rebajado sus pronósticos de crecimiento para el 2019, que ahora arrojan una media el 2,2% (una décima menos) mientras que se mantiene en el 1,9% la del año próximo.

Existe una amplia coincidencia en definir el momento actual como «desaceleración» con importantes «riegos a la baja» provenientes del sector exterior. En el debate político, sin embargo, se abre paso cierto catastrofismo en el nuevo clima preelectoral. El PP recuerda ahora cómo el Gobierno socialista de Zapatero negó la anterior crisis hasta toparse con ella, sugiriendo así la posibilidad de que la historia empieza a repetirse.

«No hay que ser catastrofistas», apunta Almudena Semur, secretaria general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), un centro de pensamiento vinculado a CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales). «Es verdad que estamos empezando a ver indicadores preocupantes», alerta. El consumo se desacelera y la tasa de ahorro empieza a recuperarse (en respuesta a la mayor incertidumbre de las familias). «Hay que estar atentos». Pero la economía española «está mejor preparada que en el pasado».

TRES GUERRAS EN CIERNES / El empeoramiento de las expectativas a la vuelta del verano obedece, básicamente, al recrudecimiento de las guerras comercial, tecnológica y de divisas entre estados Unidos y China. Sus efectos se han colado en la economía europea por la puerta de las exportaciones y de la industria alemana en un contexto agravado por la amenza del brexit.

«El entorno global se ha deteriorado», certifica Roberto Scholtes, director de Estrategia de la suiza UBS en España. Y «la causa fundamental de los cambios, casi única, es la escalada comercial, que se traduce en una menor confianza empresarial. Eso está afectando mucho a la inversión, y como España está muy implicada en el engranaje de la industria europea, acabará sufriendo las consecuencias». La caída mundial de las ventas de automóviles, además, agrava las dificultades de la industria.

EVITAR ERRORES / A la recesión de cinco años en la economía española, le siguió una fase de crecimiento que tocó techo en el 2015 (3,8%). Desde entonces, la actividad se encuentra en proceso de lenta desaceleración. Sin embargo, continúa creciendo por encima su potencial (que algunos analistas sitúan entre el 1,5% y el 2%) y de la zona euro. Además despunta como una de las economías que más oxígeno puede encontrar en la política monetaria del BCE, por su elevado nivel de endeudamiento. «No estamos ante una recesión global», apunta Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas. «No estamos en una situación similar a la del 2008 ó el 2009. No hay un desajuste financiero global como en aquel momento», tranquiliza.

Pero al definir su estado de ánimo, Torres no duda: «Lo que domina es la preocupación». Existen riesgos y estos -apunta Torres- tienen que ver con «posibles errores de política económica». Si los políticos persisten en la guerra comercial o en un brexit duro, o si no se adoptan las decisiones adecuadas, la fase de desaceleración puede descarrilar en crisis.