Muchas veces la economía se parece a la climatología en que una cosa es la temperatura real y otra, la sensación térmica. La reflexión pertenece al jefe del Servicio de Estudios de Bankia, José Ramón Díez Guijarro, y le sirve para añadir que «con una temperatura sin muchos cambios en los últimos meses, la sensación sobre la situación económica ha ido mejorando desde el verano, como refleja la estabilización de las expectativas de los agentes y el buen comportamiento de los mercados financieros».

La clave de esa sensación térmica en la economía mundial, en general, y en la española en particular, parece estar en la posibilidad de un pronto acuerdo comercial entre Estados Unidos y China.

Los últimos movimientos y declaraciones del presidente de EEUU, Donald Trump, no garantizan del todo el optimismo, tras las recientes amenazas de aranceles a las importaciones de aluminio y acero a Brasil y Argentina; o contra Francia, en respuesta a la tasa Google del país vecino. Pero también es cierto que Trump ha dejado pasar en noviembre la oportunidad de un mayor gravamen contra los coches europeos.

«Nadie sabe lo que va a pasar» /«El mercado ha interiorizado ya la posibilidad de un acuerdo. Si se demora, será malo para los mercados. Nadie puede saber lo que va a pasar», admitía el pasado miércoles Joaquín García Huerga, director de Estrategia Global de BBVA Asset Management.

La expectativa de un acuerdo está ayudando a recuperar la confianza y la inversión y, «de hecho, ya empiezan a estabilizarse los indicadores manufactureros». También se ha interiorizado que el Reino Unido saldrá con acuerdo de la Unión Europea. «No viene (la crisis) la mundial y en el año 2020 pueden subir las bolsas», resumió.

Esa relativa mejora en el sentimiento económico tiene que ver, en su opinión, con la existencia de un «miniciclo» de carácter industrial dentro del largo ciclo económico que atraviesa la economía mundial. «Lo vemos, por ejemplo, en la mejor evolución de los pedidos industriales de Estados Unidos y Alemania. Se podría decir que el miniciclo manufacturero ha tocado suelo y asistimos a su estabilización y posterior rebote» .

Ahora bien, todo esto se puede malograr si se retuercen las tensiones comerciales, con unas elecciones presidenciales que están a la vista en EEUU (el 3 de noviembre) en las que Donald Trump se juega seguir en la presidencia.

Los indicadores están resultando muy volátiles. Y lo que un mes trae optimismo puede devenir en pesimismo al mes siguiente, como ha sucedido sin ir más lejos con los indicadores de empleo en España de octubre (optimistas) y noviembre (más pesimistas).

De momento, el propio Banco de España detecta que en el cuarto trimestre del año «no se está produciendo una desaceleración clara en la economía española», según su director de Economía, Óscar Arce.

BBVA Research coincide en este aspecto: «La economía española podría estar creciendo a un ritmo trimestral del 0,4% en el cuarto trimestre, igual que en los dos trimestres anteriores. De confirmarse, el 2019 se cerraría con un avance medio anual del 2,0%, 0,4 puntos menos que en el 2018».

SENSACIÓN DE ESTABILIZACIÓN / El análisis más reciente de los indicadores por parte de la Autoridad Fiscal española (Airef), incluso, eleva la previsión de crecimiento hasta el 0,55% para la última parte de este año y la primera del próximo. Todos estos pronósticos llevarían «a confirmar la sensación de estabilización de la economía española después de la desaceleración desde principios del 2018», según Bankia.