La economía española se adentra este año en una recesión de una envergadura histórica, con un descenso del producto interior bruto (PIB) del 9,2% como consecuencia del coronavirus, según las previsiones del Gobierno incluida también la actualización del Programa de Estabilidad remitido a Bruselas.

Y además de la dimensión de la crisis, de proporciones sin precedentes, la otra variable importante es su duración. Y, según el Ejecutivo, esta será relativamente corta, pero en forma de «V asimétrica», como el símbolo de la raíz cuadrada o el logo de Nike. Eso significa que el producto interior bruto, el valor de todo lo que se produce en la economía en un año, no volverá a los niveles anteriores al estallido de la pandemia hasta el 2022. La estimación, en un entorno incierto, es que el crecimiento sea del 6,8% durante el año que viene.

Además de un déficit público que casi se cuadruplicará, hasta llegar al 10,34% del PIB y una deuda pública que pasará del 95,5% del PIB después de cuatro años de descensos, al 115,5% del PIB, la factura del coronavirus también supondrá una tasa de paro del 19% este año, casi cinco puntos más que en el 2019; así como la pérdida de unos 1,5 millones de empleos, de los que se recuperarían solo en torno a la mitad al año siguiente; y el desplome del consumo de los hogares (8,8%) y la inversión (25,5%) y las exportaciones (27,1%).

En rueda de prensa desde el Palacio de La Moncloa, la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, y la titular de Hacienda y portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, desglosaron el Programa de Estabilidad 2020-2023 enviado a Bruselas, junto al Plan Nacional de Reformas, que incluye la actualización del cuadro macroeconómico con una importante revisión de las previsiones por el impacto del covid-19.

Incluye también las medidas proyectadas por el Ejecutivo para paliar los efectos de la crisis a unos días del inicio de la desescalada del confinamiento. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) avala estas previsiones, aunque teme que podrían quedarse cortas.

El parón de la actividad se traducirá en una crisis que trunca la recuperación iniciada en el 2014 y que carece de precentes. En el primer trimestre, el descenso ya fue del 5,2% con respecto al cuarto del año pasado, el mayor desde que se tienen registros por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE) en 1970. Según Calviño, las previsiones del Gobierno son «prudentes» y en línea con las planteadas por otros países. El Banco Central Europeo (BCE) ha estimado que el descenso en la eurozona puede moverse entre el 5% y el 12% y, como el Gobierno, pronostica que hacia la segunda mitad del ejercicio se empezará a recobrar la actividad, si bien no se alcanzarán los niveles de finales del 2019 hasta el 2022.

DUDAS SOBRE EL CONSUMO / Y además planean dudas como cúal será el comportamiento de unos consumidores que ya llevan confinados casi dos meses y difícilmente, en una primera etapa, actuarán como lo hacían antes del estallido de la pandemia, según avisan los expertos.

Calviño destacó que la caída del empleo durante la actual crisis es inferior a la registrada en la anterior crisis del 2009, con una pérdida de 285.000 empleos en el primer trimestre frente a los más de 700.000 empleos perdidos en el primer trimestre del 2009. En su opinión, esta situación se debe a un paquete de medidas orientadas a «evitar las consecuencias más estructurales», con la complementación de la renta de los más vulnerables, con avales por 100.000 millones para las empresas y autónomos y la protección de unos seis millones de personas mediante expedientes de regulación de empleo temporal.

En todo caso, sí que se ha notado en las horas trabajadas, con un descenso equiparable al del PIB, «que se irá recuperando progresivamente a partir del tercer trimestre». En todo caso, teniendo en cuenta el anterior ejercicio en el que el paro llegó al 19%, en el 2016, la crisis dejará sin empleo a unos 1,5 millones de personas. La tasa de paro, tras dispararse este año hasta el 19%, se irá reduciendo paulatinamente hasta el 17,1% el año que viene, según las previsiones que maneja el Gobierno central. Eso supone que solo se recuperarán en torno a la mitad de los empleos perdidos.

Calviño aseguró que aunque la incertidumbre aún es muy grande, desde la segunda quincena de abril se observa una estabilización en indicadores de alta frecuencia como la demanda eléctrica, el pago con tarjeta o la afiliación a la Seguridad Social.

IMPACTO FISCAL / Como consecuencia de todas estas medidas anticoronavirus, aumenta el gasto del Estado y se reducen los ingresos «con un gran impacto fiscal», según reconoció Montero. Como consecuencia, el déficit público se disparará igual que la deuda pública. A priori prevé que el déficit público alcance los 115.671 millones de euros, el 10,34% del PIB, el mayor desde el 2012. La caída de los ingresos sería del orden de los 25.700 millones respecto del año pasado y un aumento del gasto público de 10 puntos porcentuales de PIB, hasta el 51,5% del PIB.

Para disipar dudas, Montero se apresuró en asegurar que no se producirán ni subidas ni bajadas «masivas» de impuestos. Es por ello que se prevé un repunte del endeudamiento público con la emisión de deuda y a la espera de que entren en funcionamiento mecanismos europeos.