La Comisión de Transportes del Congreso estadounidense ha concluido que el Boeing 737 Max, que tiene prohibido volar desde hace casi un año, es un avión «fundamentalmente defectuoso y peligroso», que demuestra la necesidad de reformar las reglamentaciones sobre la certificación de aviones de línea.

Pocos días antes del aniversario de la tragedia de Ethiopian Airlines, en la que murieron 157 personas el 10 de marzo del 2019, la comisión ha hecho públicos los resultados de su investigación, sin apelación. La tragedia se produjo unos cinco meses después del accidente de Lion Air, en el que también murieron 189 personas en circunstancias similares.

El motivo era el mal funcionamiento del sistema antipérdida MCAS, especialmente diseñado para compensar motores más pesados, pero durante la investigación de los siniestros afloraron otros problemas de los aparatos, como la falta de redundancia de algunos sistemas, que suponen una medida de seguridad en caso de fallo de alguno.

La comisión critica en sus conclusiones que estas carencias se dieran por buenas con la normativa en mano, y señala que «hay una necesidad de reformas legislativas y reglamentarias». «Desarrollar un avión comercial conforme a los reglamentos de la Administración Federal de Aviación de EEUU (FAA) pero fundamentalmente defectuoso y peligroso pone en evidencia un sistema de vigilancia de la aviación que necesita cambios desesperadamente», asegura el informe.

El 737 Max no puede volar desde el 13 de marzo del 2019, una decisión sin precedentes que provocó que la empresa suspendiera las entregas, parara la producción y destituyera a su director general. Boeing trabajaba en un corrector del sistema MCAS, pero salieron otros problemas en el software. Además, la investigación ha revelado presiones a los empleados para aumentar la velocidad de producción del Max en detrimento de la seguridad, el ocultamiento de información crucial de la FAA, empresas clientes y pilotos; conflictos de intereses y la influencia de Boeing en la FAA.