En un principio fue el mainframe (gran computadora), después el PC, el móvil y, ahora, es la nube en forma de grandes sistemas y macrounidades de almacenamiento instaladas en centros de datos. Las aplicaciones en la nube se concentran cada vez en menos manos (Amazon, Microsoft, Google, IBM y Alibaba) a medida que las grandes empresas contratan más servicios externos de este tipo.

En algunos casos se trata de back office, en otros el control a distancia de infraestructuras o la gestión de estocs en tiempo real para adelantarse a los gustos de los clientes. También hay apoyo para programas de análisis de big data e inteligencia artificial. Son solo ejemplos, ya que cualquier empresa requiere gestionar cantidades crecientes de información. La necesidad de ofrecer tratamiento de datos en tiempo real a alta velocidad y de manera flexible parece obligar a una migración tecnológica hacia el exterior de las organizaciones. La firma de investigación Syner-gy Research calcula que los servicios de infraestructura en la nube (cloud) crecieron el 48% el año pasado y que las cinco primeras compañías (Amazon, Microsoft, Google, IBM y Alibaba) lo hicieron a un ritmo superior al 60%. Los ingresos estimados del sector superaron ya los 61.000 millones de euros en el 2018.

Para la consultora Gartner, la migración a sistemas basados en la nube no necesariamente ha de ser más rentable para las empresas, por lo que aconseja sistemas híbridos en los que se elijan bien las aplicaciones concretas que pueden alojarse en servidores externos. En esta línea, Google ha anunciado que su sistema Anthos permitirá desarrollar y usar aplicaciones en sus centros de datos que funcionarán también en entornos de la competencia como Amazon Web Services (AWS) y Azure (Microsoft).

El fenómeno industrial planetario que suponen los servicios en la nube se traduce en que tanto los ingresos como los gastos están disparados en una batalla comercial que dejará ese mercado mundial en un puñado de grandes compañías tecnológicas. En un congreso el pasado marzo en San Francisco (RSA Conference), los expertos constataron que este crecimiento descontrolado de las migraciones a la web está causando una falta alarmante de profesionales cualificados y un incremento de las amenazas de seguridad.

«Las empresas creen estar más seguras por trasladar las aplicaciones a la nube. Pero es tan complejo configurar bien los controles que muchos quedan abiertos, y es complicado disponer de especialistas en seguridad. No se encuentran», expone un asistente.

En una de las 400 ponencias del encuentro, la protagonizada por Steve Weber, director del Centro de Ciberseguridad a Largo Plazo de la Universidad de Berkeley, una de las conclusiones fue poco tranquilizadora: «Los mayores desafíos de seguridad no se relacionan con la protección de redes y datos de los delincuentes. Se trata de la protección contra la manipulación: el mantenimiento de la integridad de los datos y la transmisión de confianza».

Este mes, el gigante químico alemán Bayer reconoció haber sido víctima de un ataque informático. «Los signos de infección por (el grupo de hackers) Winnti se detectaron a principios del 2018. No hay indicios de que haya habido una fuga de datos», aseguró la compañía en un escueto balance habitual entre las empresas hackeadas. «Los especialistas en seguridad informática y los servicios de seguridad alemanes asumen que Winnti actuó a las órdenes del Estado chino», aseguraba el diario Bayerischer Rundfunk (BR). El software espía de Winnti también se ha detectado en otras tres empresas medianas en Alemania desde principios de año. Más del 64% de las empresas españolas se ha enfrentado en los últimos 24 meses al menos a un ciberataque, lo que provocó algún tipo de cambio en sus actividades, según Kaspersky. Y otro elemento preocupante que confirma la situación de descontrol es que el 22% de los responsables de tecnologías de la información españoles «reconocen que los atacantes no dejaron ninguna pista sobre su identidad en el ciberataque más reciente que han sufrido», lo que llama la atención sobre el difícil trabajo de los analistas, siempre por detrás de los delincuentes, que no dejan rastro.

En ese contexto de necesidad de personal cualificado, las empresas tienen dificultades para cubrir puestos. Infojobs admite en su último informe que «el sector de informática y telecomunicaciones es el que cuenta con un menor nivel de competencia». Los informáticos son el colectivo con los salarios ofertados más altos en España, con una media de unos 30.000 euros anuales para empleados con poca experiencia.