Hace un año una acción de Tesla valía 307 dólares. Unos meses antes, la compañía tecnológica puntera en el desarrollo de coches eléctricos dibujaba su hoja de ruta de futuros desarrollos e iba cumpliendo las expectativas. Como consecuencia, las acciones pasaron a costar 887 dólares el 2 de febrero. En la sesión del miércoles, esas acciones se devaluaron y pasaron a costar 762 dólares tras el segundo mayor varapalo de la historia bursátil de Tesla, una caída de más del 16% en un solo día. En la sesión del jueves se mantenía con ganancias a media sesión. El fenómeno Tesla está sacudiendo la bolsa estadounidense en una burbuja que al menos en términos de volatilidad y revalorización tiene similitudes con la del bitcóin.

Pero Tesla es una empresa industrial con planes de negocio y proyectos respaldados por una ambición tecnológica de primer nivel. Y ese factor la diferencia de otras burbujas del pasado (¿alguien recuerda el caso de Terra?).

El pasado 2 de diciembre las acciones de Tesla se habían estabilizado en los 334 dólares. Si un inversor hubiese invertido 1.000 euros, en poco más de dos meses tendría ya 2.280. Una revalorización en toda regla.

Hay quien afirma que Tesla podría tener ingresos de un billón de dólares antes de que termine la década. Pero lo que vende Tesla en estos momentos son además de vehículos, expectativas de una nueva era para la movilidad, ya con elevada penetración en EEUU y grandes potencialidades a escala mundial. Pese a que la caída registrada el miércoles supuso una pérdida en su capitalización bursátil de 27.462 millones de dólares (25.000 millones de euros), la compañía puede alardear de potencial alcista en términos chartistas y de argumentos sólidos desde un punto de vista fundamental.

Tesla sigue manteniéndose por encima de la cota de los 100.000 millones de dólares (91.000 millones de euros) de valor en bolsa, que superó por primera vez en su historia hace apenas dos semanas. Actualmente, su capitalización alcanza los 132.950 millones de dólares (121.140 millones de euros).

El consejero delegado de Tesla y de la compañía espacial SpaceX, Elon Musk, dejó caer en su cuenta oficial de Twitter que podría estar planeando la construcción de una nueva planta en Estados Unidos, en concreto en el estado de Texas. En unos momentos de crisis china por el coronavirus y previsible fortaleza de Donald Trump en los próximos años, la propuesta de Musk parece creíble y los inversores creen en el proyecto.

Tesla cuenta actualmente con tres gigafactorías. Una en el estado de Nevada, otra en Nueva York y la tercera en Shanghái (China). La construcción de su primera planta para el mercado europeo en Berlín, donde ya ha adquirido los terrenos, completaría una ambiciosa política de expansión, pero que requiere más fuelle en el mercado interior estadounidense.

El portfolio de productos de Tesla, a la venta o anunciados, se compone de seis vehículos y la división de paneles solares. De los coches, tres están a la venta, siempre por encargo. El precio de los coches de Tesla sigue estando por encima de la media, a partir de 49.000 euros y con algunos modelos que rebasan la barrera psicológica de los 100.000 euros.

El resto se pueden encargar también, en una fórmula de venta financiera por la que la marca recibe encargos sin plazo de entrega concreto y adapta la producción a la demanda real. Entre los futuros modelos, que son los que animan la cotización bursátil de Tesla, figuran el Tesla Cybertruck (un pick up), el Tesla Model Y (SUV compacto) y el Tesla Roadster (deportivo).