El 2016 fue un año clave para las energías renovables en España. A partir de la Cumbre del Cambio Climático de París celebrada un año antes, la UE estableció unos objetivos mínimos de producción por cada país. España se llegar al 20% de la producción a través de instalaciones fotovoltaicas y eólicas en el 2020. Además, el Gobierno asumió hacerse cargo de un precio mínimo para la producción en el caso de que el mercado no llegara a cubrir la oferta de energía. Realizó tres subastas de proyectos energéticos por un volumen de 8 gigavatios a los que concurrieron cerca de 15 compañías productoras.

Sin duda la situación supuso un cambio de paradigma. Cabe recordar que después del boom español de las energías alternativas subvencionadas que acabaron engrosando el déficit de tarifa acumulado en el recibo de la luz, vino la travesía del desierto para el sector en el 2012, hasta el punto de que entre ese año y el 2017 apenas si aumentó la producción. Pero el cambio legislativo supuso un antes y un después para la industria, pero también paras las entidades financieras que se han lanzado a respalda esos proyectos.

Entre ellas destaca el Banco Sabadell en cuanto al número de proyectos, pero también, por lo que se refiere al tipo de financiación y a los modelos de asunción de riesgo. Durante la fase anterior al 2014, el banco ya fue uno de los principales financiadores de proyectos. Con las nuevas subastas de 2016 y 2017.

En lo que va de año se han financiado más de 20 proyectos renovables ya en formato sindicado o bilateral que suponen un volumen de préstamos de casi 1.000 millones de euros y 1,7 gigavatios de potencia. «Lo que está diferenciando al Sabadell respecto a otras entidades es ser pioneros en la financiación de proyectos sin ayudas regulatorias de los cuales ya se han firmado más de 10, que suponen más de 800 megavatios y 300 millones», comenta Roger Font, director de banca de inversión.