Tras los sobresaltos de principios de año, las turbulencias en los mercados han amainado, pero el sistema sigue lejos de la solidez deseada. Según el Fondo Monetario Internacional, los riesgos para la estabilidad financiera global han aumentado desde el pasado mes de octubre debido a una combinación de factores que si no se afrontan con decisión podrían abocar a la economía a una temida fase de estancamiento. El Fondo calcula concretamente que la actividad mundial podría perder casi un 4% del PIB durante los próximos cinco años -o el equivalente a más de un año de crecimiento global—si no se adoptan medidas.

La incertidumbre está anclada en la “debilidad” y la “creciente incertidumbre” que rodea al crecimiento y la inflación, según ha explicado este miércoles el consejero financiero, José Viñals, en declaraciones adelantadas a la prensa. A lo que habría que añadir la presión que la caída de los precios de las materias primas y las dudas sobre China han puesto sobre los países emergentes y los mercados crediticios de las economías avanzadas. También se ha erosionado la confianza en la acción política, dado que los bancos centrales han agotado en gran medida sus arsenales monetarios para estimular el crecimiento.

“Hay mucho en juego”, ha afirmado Viñals. “Son necesarias medidas adicionales para poner en práctica políticas más equilibradas y potentes. De otro modo, podrían reaparecer e intensificarse lasturbulencias en los mercados y crearse un círculo vicioso de confianza frágil, crecimiento más débil, condiciones financieras restrictivas y aumento de la carga del endeudamiento”.

El FMI considera que los bancos están hoy mejor preparados para hacer frente a la adversidad que hace unos años, pero parte del sector está teniendo dificultades para adaptar sus modelos de negocio a las nuevas realidades. En la zona euro, “es urgente” resolver el elevado número de créditos morosos, a la vez que apremia a Bruselas a completar la unión bancaria y establecer un sistema de depósitos común.