A la economía española no parece afectarle ni la prolongada situación de interinidad de su gobierno ni el deprimente contexto europeo. Carbura sola, a un ritmo muy superior del de sus socios continentales, aunque arrastra todavía el lastre de un déficit público alejado de los objetivos de Bruselas. Así lo ha confirmado esta mañana el guardián de las finanzas internacionales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha elevado en medio punto las previsiones de crecimiento para el 2016 respecto a lo previsto en julio. España crecerá un 3,1% del PIB, solo una décima menos que en el pasado ejercicio, aunque perderá fuelle en el 2017 para quedar en el 2,2% si se cumplen los pronósticos. Su buen desempeño contrasta con el estancamiento de buena parte de las economías avanzadas.

El mundo rico vuelve a lastrar a la economía global, llamada a ralentizarse por séptimo año consecutivo. La recuperación se ha gripado por la caída de la demanda agregada, la inversión y los intercambios comerciales, un escenario que alimenta el repliegue nacionalista y proteccionista emprendido por diversos países. "La naturaleza precaria de la recuperación -sostiene su informe presentado en Washington-- levanta el espectro de que un estancamiento prolongado, especialmente en las economías avanzadas, alimente todavía más los llamamientos populistas a restringir la inmigración y el comercio". Ni uno ni otro son buenos para la competitividad, la innovación y el crecimiento. "Echar marcha atrás en el comercio solo puede profundizar y prolongar el abatimiento actual de la economía mundial", sostiene Maurice Obstfeld, el economista jefe del Fondo.

ATONÍA MUNDIAL

Los números ilustran la atonía de la actividad mundial. Este año se espera un crecimiento global del 3,1%, idéntico al previsto en julio y muy lejos del 5,4% del 2010, cuando quedó oficialmente atrás la recesión. La buena noticia es que repuntaría tres décimas en el 2017. Los problemas están fundamentalmente en el mundo desarrollado. Estados Unidos crecerá medio punto menos que en el 2015, un 1,6%, a pesar de que su economía sigue propulsada por los intereses en mínimos históricos de la Reserva Federal. Para el Reino Unido, el pronóstico es del 1.8%, solo una décima por debajo de los previsto antes de la ruptura con la Unión Europea. El FMI reconoce que el impacto del Brexit es todavía incógnita y no se resolverá hasta que Theresa May cierre el acuerdo que regulará la relación institucional y comercial con Bruselas. Japón, por su parte, crecerá muy por debajo del 1%.

En la eurozona, más de lo mismo. El crecimiento rondaría este año el 1.7%, tres décimas menos que en 2015, para caer al 1.5% en 2017. No hay lustre en ninguna de sus grandes economías. La única que crece respecto al ejercicio anterior es Alemania (1.7%), mientras Francia (1.3%) e Italia (0.8) se quedan como estaban. El país de Ángela Merkel, sin embargo, tiene a su sistema bancario en la unidad de cuidados intensivos por los problemas del Deutsche Bank y el FMI cree que su ya anémico crecimiento perderá brío en 2017.

Los países que mejores constantes vitales presentan son aquellos que peor lo pasaron durante la crisis, como Irlanda, Malta, Eslovaquia o España, cuya economía podría recuperar durante el 2017 el tamaño previo a la debacle del 2008. "En España se espera que el crecimiento siga en gran medida estable en 2016 y se modere del 3,1% al 2,2% en 2017", dice el Fondo que, el pasado mes de abril, recomendó a España un "ajuste considerable" para hacer frente a su desfase presupuestario. O lo que es lo mismo, más recortes.

MENOS OPTIMISMO PARA ESPAÑA EN EL 2017

Sus cifras están en la línea de las previsiones actualizadas el mes pasado por el Gobierno en funciones, aunque rebajan en dos décimas el optimismo para el 2017. Respecto al paro, seguirá cayendo, pero muy lentamente. Del 19,5% de parados este año se pasará al 18% el próximo. La balanza por cuenta corriente mantendrá el superávit gracias a la buena marcha de las exportaciones y, aunque la inflación acabaría el año en territorio negativo, repuntaría en 2017 hasta el 1%.

Ante este panorama generalizado de debilidad, el FMI asegura que los bancos centrales de las economías avanzadas "deberían mantener sus políticas monetarias de estímulo". Pero una vez más insiste en que no basta con dinero barato para impulsar la recuperación. Allá donde sea posible reclama inversión en educación, tecnología e infraestructuras, así como medidas para paliar la desigualdad.

"La lenta e incompleta recuperación de la crisis ha sido especialmente dañina en aquellos países donde la distribución de los ingresos ha continuado inclinándose acusadamente hacia las rentas más altas", opinan sus analistas. "Como resultado, en algunos países ricos se ha generado un movimiento político que culpa a la globalización de todos los males y pretende blindar de algún modo a la economía de las tendencias globales en lugar de cooperar con las naciones extranjeras", añade a modo de advertencia.