La decisión del presidente Emmanuel Macron de mantener un estricto confinamiento hasta el próximo 11 de mayo para hacer frente a la epidemia de coronavirus ha obligado al Gobierno francés a revisar a la baja sus previsiones económicas para el 2020.

Si hace apenas cinco días calculaba que el crecimiento se desplomaría un 6%, este martes augura una caída del 8%. El déficit pasará del 7,6% al 9% del PIB y la deuda se disparará hasta el 115%, según han anunciado los ministros de Economía, Bruno Le Maire y de Cuentas Públicas, Gérald Darmanin.

Unas cifras inéditas desde el final de la segunda guerra mundial que van acompañadas de un plan de urgencia destinado a mantener a flote numerosas empresas dotado con 110.000 millones de euros, 10.000 millones más que hace una semana.

"Tenemos una previsión de crecimiento del -8% en el proyecto de ley de finanzas que presentaré mañana en el Consejo de Ministros para tener en cuenta los 15 días de confinamiento suplementario a principios del mes de mayo", ha explicado Le Maire en RMC.

El ministro se ha mostrado muy prudente, dando a entender que las previsiones podrían ser incluso peores a la vista de la situación económica nacional, europea e internacional.

INCERTIDUMBRE

"Cuando vemos la incertidumbre que pesa sobre el riesgo de una nueva crisis sanitaria en Asia, las incertidumbres sobre el crecimiento norteamericano, la situación de los grandes países emergentes, América Latina o el continente africano, hay que tomar estas previsiones con mucha prudencia. Nos gustaría quedarnos aquí", ha dicho.

El gasto público para hacer frente a la urgencia de numerosos sectores de actividad también ha sido revisado al alza y el fondo para empresas estará dotado con 110.000 millones de euros, ha anunciado Darmanin en France Info.

El Ejecutivo sube hasta los 24.000 millones de euros el presupuesto para los ertes que afectan a 8 millones de trabajadores y abre la puerta a anular los pagos a la seguridad social y las cargas fiscales de empresas con problemas, especialmente en el caso de restaurantes y hoteles, donde la actividad es prácticamente nula.

En todo caso, descarta recurrir a la vía impositiva para tapar el agujero del déficit público. "La solución no puede estar en una subida de impuestos", ha indicado Darmanin.